La actual emergencia del califato islámico, o Estado Islámico (EI), proclamado en Mosul introduce un elemento nuevo y mortífero en las guerras que vienen ensangrentando los Estados creados al final de la I Guerra Mundial sobre las ruinas del Imperio Otomano por los acuerdos Sykes-Picot.

Tras la conquista de la señalada ciudad sin combate, el EI dispone de armas eficaces y dinero procedente del saqueo del Banco Central de Irak, y aplica al pie de la letra su medieval programa. Los cristianos son forzados a escoger entre la conversión o la persecución y confiscación de sus bienes y a veces la pena capital. Una expresión de ello son las crónicas que vienen difundiendo nuestras hermanas y hermanos que están padeciendo dicha persecución en la región. El fusilamiento de centenares de cristianos y la condena a la esclavitud de sus mujeres, actualiza de forma siniestra las viejas leyes de guerra de los beduinos anteriores a la venida de Mahoma, el Profeta. Los crímenes contra la humanidad de El Asad y la represión violenta de los suníes por los funestos Al Maliki son su mejor coartada. La antigua convivencia de Religiones en un marco político común, ha cedido el paso al odio, la destrucción y la muerte.

Las prédicas inflamadas del autoproclamado califa no pueden ser tomadas a risa. La ocupación de vastas regiones de Siria e Irak, tras poner en fuga al desmoralizado ejército de Bagdad y atenazar los bastiones del Ejército Libre de Siria, muestra que la amenaza es real. La descomposición de las sociedades de Sham y Mesopotamia por luchas sectarias, propicia los peores extremismos. La utopía regresiva se sirve del valor de los símbolos y el alcance de las nuevas tecnologías. La decapitación ante una cámara del periodista norteamericano James Foley, que reproduce la de Daniel Pearl por Al Qaeda en Pakistán, contiene deliberadamente todos los elementos de un filme de horror: capucha, navaja, confesiones de la víctima antes de su bien escenificada ejecución.

Proponer como ideal político un retorno al siglo VII en todos los ámbitos de la sociedad es pura insania, pero esta se contagia fácilmente y buena prueba de ello son los más de dos millares de yihadistas europeos –entre ellos algunos españoles- agrupados en el EI. ¡Pero atención!, esto no es una invitación a vivir en el mundo de la sospecha permanente en relación con desconocidos y aterrorizados por miedos y terrores.

La reciente convocatoria del Maestro de la Orden a todos los líderes mundiales y a los Estados miembros de la ONU para una urgente acción en Irak (14 de agosto de 2014) es una interesante respuesta a todo esto.