LA SILLA

"Quien de vosotros, que quiere edificar una torre,

no se sienta primero a calcular los gastos,

y ver si tiene para acabarla?"  (Lc 14,28)

El silencio no es para leer en libros eruditos, en una enciclopedia. El silencio es quedarte sosegado en el asiento, en una silla. Es dejar que todo, sobre todo nuestro ego, se detenga, se pare, se asiente de modo que todo se aquiete: Las frustraciones, las inseguridades, las dudas, la soledad del aislamiento, los temores, los miedos, las cobardías, todo sobresalto, toda agitación.

¡Qué manera tan sencilla de sumergirse en el fecundo silencio, en la gratuidad de la vida! Sentarse es abandonarse, despojarse, vaciarse, menguarse, empequeñecerse.

La silla, un mueble para aprender a vivir.

El ego es inhóspito, el silencio es hospitalario, acogedor y receptivo.

La silla, una pausa iluminadora como un amanecer. El ego es lo que de sobresalto tiene la vida, el gesto hosco que nos distancia.

La silla separa del ajetreo, del crujir, de las idas y venidas, de las vueltas y revueltas, del ir y venir.

Hacia la paz se va en una silla a lo largo de los años, y una hoguera íntima nos alienta.

Si la silla sustituye a la prisa viene la calma. Si el ego sustituye al amor viene el conflicto.

Cuando el ego se instala y se fija y se calcina definitivamente nos volvemos ego, sólo ego, ambición, desamor. Es el reino del ego helador y congelador.

La silla nos devuelve la única verdad íntima que se halla dentro. La silla, un espacio para estar con el infinito, con el amor, con la paz que nos inunda y fluye en calma.

En la silla nos volvemos presa del adentro. Volverse silla es volverse quietud y paz.

La silla nos guía al adentro, el ego al afuera, es un estorbo, es distanciamiento, es separación, es un callejón sin salida.

La silla nos invita a dar un paseo por el alma. En la silla nos habita el silencio, nos volvemos habitantes del silencio. Nadie nos cuida, nos pastorea tan amorosamente como la sobriedad de una silla.

De un silencio peatonal, viajero, volvemos a un silencio más sosegado y de asiento.