NAVIDAD, NACER

Nacer

es sentirse convocado por la vida y por la muerte;

es vivir al abrigo del silencio, abandonando todas las envolturas

que hacen opaco al ser;

es abandonar las mortajas del ego, de recuerdos, de memorias,

de escombreras que ahogan y asfixian.

Nacer

es beber el día, la transparencia y absorber, también,

la noche, lo incierto, lo oscuro, todo;

es desnudez del ser;

¡qué resistencias nacer!

¡qué de durezas nos rechazan!

Nacer

es entrar en un desierto, vivir sin referencias,

perdido en la inmensidad, sin riberas, sin fronteras;

es sonreír a esa luz virgen recién estrenada

de cada aurora y de cada amanecer.

Nacer

es volverse pobre, sin refugio, sin cobijo, sin albergue,

sin que te cubra ninguna luz, tan sólo la de las estrellas.

Nacer

es perderse. ¡Qué oración hay si uno no se pierde a sí mismo

para hallarse en ese alumbramiento!

Nacer

es algo que depende de otro, no de uno mismo;

es hambrear relación, contacto, amistad,

presencia, amor... lo que nos rodea;

es sed y ansia de ser;

es entrar en el fluir de un río que no descansa

hasta desembocar en la plenitud del océano.

Nacer

es cortar todos los cordones umbilicales,

ningún hilo te ata al antes, al ayer que pasó;

todas las resistencias se rompen y te haces a la mar de la vida.

Nacer

es "pasar a la otra orilla",

donde ya no deseas ser reconocido ni por imágenes,

ni por sombras, ni por ninguna función.

Nacer

es una tarea que a veces parece imposible de cumplir,

de llevar a cabo.

Nacer

es fidelidad a la desnudez, ¡qué otra cosa no es la verdad!

es vaciarse de fijaciones, fantasías, temores;

es verse, sentirse sin apoyos, sin agarraderas, sin nada.

Nacer

es ser puestos en un pesebre vacío;

es el don de cada día.

¡Nacer cuantas veces haga falta!