BELÉN – NAVIDAD

(Lc 2, 11)

Belén no es un  lugar geográfico, no es un territorio. Amo a Belén precisamente por eso, por estar en otra atmósfera, en otro país, otro continente, con paisajes originales y autóctonos.

Belén evoca el lugar del nacimiento. Belén es Navidad, es alumbramiento y es que al dar a luz es obra del adentro del interior. Belén es sobre todo el corazón, el interior del hombre donde se celebra y se festeja lo más singular, lo más inefable del ser humano.

Belén eres tú, somos cada uno de nosotros. Un hombre sin adentro es algo inhumano, deshumanizado. Navidad es humanista, generadora de humanidad.

Navidad es la fiesta a favor del hombre, es nuestro nacimiento íntimo.

Navidad es el nacimiento de la Palabra. Y es la palabra de un emigrante, viene del cielo a la tierra. Por eso es llana, es luz. Y esa palabra lleva el sabor de sementeras de campos, de montañas y de valles y de ríos; lleva la fragancia de los trigales, de los jardines, de las flores, lleva el canto de los pájaros, las melodías interplanetarias. Es la palabra del cielo, y es la palabra de la tierra, de esta tierra que somos nosotros.

Jesús no es numeroso en palabras. Sólo es presencia, es hablador de gran estilo. Dice palabra a vivir y palabras vividas.

Y su presencia da un vuelco al idioma, al habla nuestra.

Las palabras viven desde entonces vida nueva. Jesús es el rey de la palabra. No cabe en la categoría del premio Nobel, lo rebasa, lo supera, lo transciende. A  Jesús le basta y le sobra presencia que es la mejor palabra.

Jesús nos enseña a hablar sin hipocresía, a decirnos a nosotros mismos en el silencio, en el puro silencio, en el puro amor. Y esto sin banderas, sin pancartas, en él sólo habla la transparencia.

Navidad. Deja que te visite la Palabra, el milagro de la palabra del silencio.

Más que decir muchas palabras, necesitamos vivirlas, hacerlas, que es lo que les hace creíbles.

Navidad, palabra que nace del calor del corazón, del calor de Belén, del silencio, del amor.

Jesús, palabra que no necesita contar muchas cosas, sino decirse él mismo en el silencio.

Navidad. Palabra. No hay en Jesús inflación de palabras y de discursos. Sólo en el silencio se alumbra la palabra. Sólo esa palabra nos sumerge en Belén en el silencio de adentro, fermento de plenitud.