LA PALABRA Y EL SILENCIO 

 

 No hay ninguna rivalidad, no hay ninguna crispación entre la palabra y el silencio. La palabra es alumbrada en el silencio, nace en el silencio, es generada por el silencio.

Sé que es una palabra ambigua (silencio) y tengo que admitir pues esa ambigüedad, pero si uno cree ¡qué el silencio es no hablar! Pues entonces se acabó. No hay nada que decir.

 

El silencio es otra cosa.

 El silencio es amor, porque sólo hay amor cuando hay silencio. Solo hay amor cuando hay presencia y el silencio es el que nos hace presentes a los demás; cuando no hay esas condenas, esos juicios, esas comparaciones y todas esas otras cosas… pues hay amor.

 

ESCUELA DEL SILENCIO, alguna vez tengo que decirlo: ¡DEL SILENCIO!

porque el silencio es el que enseña, el silencio es el que orienta, el silencio es el que se vuelve luz, no es que enseñemos silencio,¡no!, ¡no! es el silencio el que nos enseña, el que nos ilumina realmente, ESCUELA DEL SILENCIO. Nos volvemos discípulos del silencio, nos dejamos guiar por el silencio, todos.

No Escuela de Contemplación, ¡ESCUELA DEL SILENCIO!.

 

Por otra parte todas las palabras son un poco ambiguas, por más que explique esto… subyace siempre lo otro, el silencio como verbalización. Se puede hablar y estar en silencio, estar sin verbalizar nada y no estar en silencio, porque si estás callado, estás enmudecido, pero estás haciendo una valoración poco justa de la otra persona… pues... ya no estás en silencio.

 

Pero sí es una palabra que confunde, a veces; pero hay que vivir ese riesgo,

porque ninguna palabra es con sentido único.

 
     

- Extraído de un encuentro.