LOS PRIMEROS BROTES - 4
 

CRÓNICA DE LA REUNIÓN

 

 

Con la libertad que a todos nos habita y apoyada en la vuestra propia, me he atrevido a escribir esta crónica sobre la Reunión de la Escuela del Silencio. Sentí la necesidad de hacerlo, desde los primeros momentos en que este encuentro tomó vida en Segovia.

 

A las pocas semanas de la entrada en el silencio del Padre Moratiel, surgió la necesidad de encauzar la situación de alguna forma, brotaba la necesidad de que algunos de los cooperadores habituales nos conociéramos y decidiéramos como enfocar juntos esta nueva etapa de la Escuela del Silencio, una etapa que inesperadamente se abría ante nosotros.

 

En el encuentro eucarístico del 3 de junio celebrado en su pueblo natal, Santa Olaja de Eslonza, se comentó la posibilidad de realizarlo antes de las vacaciones. Surge la ocasión de hacerlo en Segovia por hallarse en un lugar más o menos intermedio de la península. Se comunica en la página web con sólo 15 días de antelación y se abre a todos los que lo deseen: amigos, discípulos, simpatizantes o simplemente atraídos por la Escuela del Silencio.

 

Intuimos, desde el inicio, que debido a la rapidez de la convocatoria todas las posibilidades de respuesta tenían cabida, podíamos encontrarnos sólo con la asistencia de aquellos que lo habíamos organizado o vernos desbordados por la demanda. Tampoco sabíamos exactamente los temas que se iban a tratar, ni teníamos objetivos a conseguir, solamente teníamos el deseo y la necesidad de exponer nuestras inquietudes, nuestros temores y la situación del momento.

 

La respuesta no fue muy numerosa, pero tampoco quedó al descubierto. Pocos nos conocíamos entre sí fuera de los componentes por zonas, y sinceramente expreso que tuve un halo de desengaño al ver que no asistían las coordinadoras de la mayoría de grupos, en cambio, sí asistían discípulas que conocieron al Padre Moratiel en el encuentro de Robledo de Chavela en septiembre de 2.005 e incluso dos de las asistentes ni tan siquiera llegaron a conocerle. De verdad me sorprendía este hecho.

 

A pesar de todo, como suele decirse la función debe continuar.

 

La sesión del sábado mostró en algunos momentos la tensión de posturas opuestas y la presencia de la discordia, pero lo que en unos momentos enfrió el locutorio donde nos encontrábamos, el paso de los acontecimientos, de las palabras y de un cierto razonamiento de contenidos, nos manifestaba que… a pesar de nuestros desacuerdos se mostraba el acuerdo, a pesar de nuestras discrepancias se mostraba la concordia, a pesar de nuestras diferencias se mostraba la armonía, a pesar de… todo… empezábamos a ser discípulos del silencio. Se hacía evidente que las enseñanzas del Padre Moratiel no habían caído en saco roto para los allí presentes, se hacía presente que las horas compartidas de silencio nos unían más allá de nuestras superficies, se hacía presente que seguir su ejemplo nos hace ser pequeñas lucecitas, se hacía patente que no importa el tiempo que llevemos en el silencio, da igual que sea de antaño o del día anterior, e incluso de no conocerle personalmente o de haberle conocido muy poco, porque a todos nos sorprendió el progreso del encuentro.

 

Después de esta primera reunión y de participar en la vela de plegaria silenciosa de las MM Dominicas nos fuimos todos juntos a cenar, compartiendo mesa, inquietudes, deseos de futuro, y sobretodo la alegría por vivir este espacio de tiempo en Segovia.

 

El domingo transcurrió dentro del mismo estilo, los inevitables “corrillos” que se formaban todos tenían un tema común, el Padre Moratiel, el futuro de la Escuela y la alegría de estar juntos.

 

Todos compartíamos también nuestras inquietudes, Pepa de Madrid me preguntaba si los espacios de Silencio semanales pueden considerarse dentro de la Escuela, Lola de Sevilla a partir de cuando podrían acceder a los CD, Maite y las mellizas de Bilbao expresaban la alegría de conocernos, Censi de Córdoba con su ya habitual franqueza nos infundía coraje en la andadura, Julia manifestaba constantemente la belleza de las pequeñas cosas, Ana de Badajoz lentamente se iba impregnando de la fuerza del grupo, Adela de Madrid mostraba su entusiasmo para el encuentro de octubre, … y así todos y cada uno de nosotros nos hacíamos partícipes entre sí del sentir en ese momento. Puedo decir sinceramente que aquel halo de decepción inicial, se convirtió a las pocas horas en alegría, porque me olvidé de esa inquietud viviendo el momento con todos y sé, que esta vivencia y este sentir, es compartido.

 

Este encuentro tenía también alguien más: nuestro precursor el Padre Moratiel, su presencia silenciosa y el eco de sus palabras nos muestran que la andadura hacia Dios puede ser silenciosamente bella.

 

Gracias a todos por asistir y sintámonos todos dichosos por haber compartido esta comunión de SILENCIO.

 

M. Àngels