LA FIESTA DE LA VIDA - 2009

 

 

 

             

La puerta se abrió y el Silencio se hizo Encuentro.

 

Desde arriba no sabían si sonreír o llorar de alegría. Había amanecido con un joven y animoso sol, poco después ya ubicados en esa hermosa y callada tierra leonesa de Santa Olaja empezó a llover… según parece, más que llover diluviaba pero los que habíamos ido a ver esa iglesia, mudo testigo de la infancia de nuestro Moratiel, ni nos enteramos, justo poco antes de regresar a la casa dejó de llover, creyéndonos que era el inicio del chaparrón, y es que al final hasta el tiempo se puso de nuestra parte y nos regaló un día frío pero hermoso y soleado.

 

¿Qué decir de este día, del cual aromo todavía su fragancia? Nos fuimos hallando como es habitual en la plaza de la catedral, tuvimos la compañía de Ester, una joven de Pamplona que conoció la Escuela del Silencio a través de Internet y allí estaba, junto a todos los que nos reunimos en ese nuevo reencuentro. De todos los puntos cardinales de España había algún silencio, ese silencio que no tiene geografía, que no tiene lugar establecido, ese silencio que no tiene más imagen que el sentir de adentro.

 

El silencio de Moratiel se hacía presencia, se hacía expresión, se regocijaba en ese encuentro en su tierra natal, con su familia, con sus tierras, con su paisaje y no necesitábamos más que la convivencia de unas horas, un intercambio de tiempo compartido, un recordar al hombre que permitió conocernos y seguir celebrando la Fiesta del Silencio.

 

La Eucaristía se celebró en la ermita (como debe ser) y Dorina leyó “La Vela familiar” texto clásico en esta fiesta y clásico también que ella lo lea, Maite leyó la "Introducción" del libro La Alcoba del Silencio, esa introducción entrañable donde Moratiel nos explica brevemente su llegada al silencio o mejor su camino al silencio, incluso este año se guardaron unos minutos para sentirnos todos juntos en un silencio casi ermitaño y a la vez grandilocuente por todos los que estábamos allí.

 

Y dejamos constancia de todo ello, con la clásica foto de grupo al término de la celebración, esta vez con la ermita de fondo, la cual ha estrenado este año un nuevo tejado y lucía hermosa en su sencillez.

 

Allí recordamos a los que no pudieron asistir, y con los cuales nos sentimos siempre unidos en el Silencio.

 

 

 

Àngels

Santa Olaja, 6 de junio de 2.009