BROTES - 7
 

Retiro de HERENCIA               


 

 

 

 

Hace pocos días que finalizó el encuentro de Herencia. El primero de siete días que se organiza sin nuestro añorado Moratiel. Ha sido una magnífica experiencia para las 31 personas que asistimos.

 

Estuvo muy bien organizado por Adela, de Madrid, y Lola, de Sevilla. Se siguió el tradicional ritmo establecido por Moratiel y se respetaron los momentos en los que él hablaba. Para ello escuchamos charlas suyas gravadas y, antes de los momentos de Silencio, se leyeron textos escogidos de la Sementera del Silencio.

 

La mayoría de los asistentes llevaban años asistiendo a encuentros con Moratiel y, en concreto, a éste de Herencia. El ambiente de Silencio ha sido muy bueno. Por lo que alguien me contó, mejor incluso que otros años. Además, las hermanas que atendían la casa de ejercicios fueron encantadoras con nosotros.

 

De lo que compartimos el último día, me he quedado con varias ideas:

  • Para empezar hay que dar la enhorabuena a las organizadoras del encuentro por su discreción y buen hacer.

  • Nos llamó la atención que el paso a la otra vida de Moratiel nos ha hecho sentirnos más “responsables” del Silencio. Antes parecía que dependía más de él. Hubo personas que dijeron que su fallecimiento les ha supuesto un revulsivo para profundizar en el Silencio.

  • Pensando en el futuro, se llegó a la convicción de que debemos hacer todo lo posible para que el contenido de la espiritualidad de Moratiel se conserve íntegramente. Pero ello no debe suponer cerrarnos a lo que el Espíritu Santo nos pueda sugerir en cada momento respecto a las formas de llevarlo a cabo. Si nos limitásemos a repetir milimétricamente lo que hizo y dijo Moratiel, la Escuela del Silencio estaría abocada a secarse y extinguirse poco a poco. Es decir, debemos respetar escrupulosamente el espíritu de lo que nos ha legado Moratiel, pero no podemos restringirnos a la pura literalidad. Como decía una asistente, si la Escuela del Silencio es “de Dios”, Éste nos inspirará para seguir adelante adaptándonos a la realidad que nos toque vivir en cada momento.

  • Prueba de esto último es la buena acogida que tuvo entre los asistentes el “paseo contemplativo por la naturaleza” que se nos propuso hacer voluntariamente durante veinte minutos, la tarde anterior a la finalización del encuentro. Nos ayudó a experimentar en Silencio a Dios, tal y como insistía Moratiel, procurando no reflexionar ni recordar nada, sino, simplemente, interiorizando lo que, “aquí y ahora”, nuestros sentidos captaban: la suave brisa acariciándonos la cara, la belleza de las flores, el melodioso cantar de los pájaros, etc. Hubo un gatito que nos acompañó durante esta experiencia. Caminaba en medio del grupo mientras contemplaba tranquilamente el entorno. En cierto modo, a mí me sirvió de ejemplo.

  • Lo más importante: hubo una total unanimidad en afirmar que la Escuela del Silencio debe continuar. Es un bien que no se puede perder.

 

Me despido agradeciéndoles a Adela y a Lola el habernos facilitado esta oportunidad de seguir ahondando en el Silencio.

 

 

 

Fray Julián de Cos, O.P.