PALABRAS A MORATIEL

 

GRAN RUIDO

 

En medio del gran ruido cotidiano, el Silencio es la Roca, la raíz, el ancla a la que me sujeto para evitar la deriva todo lo que puedo. Por eso para mi, es una práctica, un sendero que intento transitar todos los días, las 24 horas del día, aunque... como sucede en los ratos de oración silenciosa, me voy, y vuelvo tantas veces que soy incapaz de calcular siquiera un número aproximado, y por supuesto muchas veces me quedo viajando o flotando por cualquier espacio que mi mente imponga, ni si quiera soy yo la que lo decide.

 

Los días de encuentro fuera de la rutina cotidiana, sin tener que ocuparme de lo prosaico del día a día, son un gran regalo, una oportunidad -cada vez única- de verme “cara a cara”, con mis claroscuros, mis tendencias, mis costumbres, con todos esos personajillos que me habitan y que intento hacer mis amigos, para poder comprenderlos (si están ahí será por algo ¿no?).

 

Desde este sentir es que me gustaría poder conservar los encuentros de Silencio, darle espacio a la semilla que llevamos –sin distinciones ni discriminaciones- en el corazón, y que Moratiel ha cultivado con tanto mimo y ternura en cada una de las persona que se cruzaron en su caminar por esta tierra.

 

En mi sentir, Moratiel ya nos había dicho todo lo que tenia que decir, él mismo lo expresaba muchas veces; el último escrito que dictó (“despierta tu que duermes...”) lo dice TODO de esa manera tan sencilla, por no decir simple, en que se expresaba.  Para mí, que las palabras –nuestras palabras, estas palabras- van sobrando, el Silencio va más allá, no me parece necesario recordar, rememorar... pero si vivir, vivir el Silencio cada día y desde el lugar en el que me encuentre. Me basta la Común-unión del Silencio. Sin ritos. Sin adornos. Escueto y simple.

 

 

Carmen Petit