PALABRAS A MORATIEL

 

 

NAVIDAD - 2008.  CARTA AL P. MORATIEL

 

Hasta ahora, la carta de Navidad la escribía usted, querido P. Moratiel.  Ahora, seguro que también lo sigue haciendo, aunque de otra forma. Pero también nosotros, sus discípulos,  sus seguidores, queremos felicitarle a usted de esta forma visible que es la que aquí podemos hacer.

 

Ya ve, que el tiempo cósmico, el de nuestros relojes, sigue pasando, pero ni usted, ni sus palabras y enseñanzas, pasan para nosotros. Todo está muy presente, y sigue progresando, agrandándose con su intercesión y la acción del Espíritu que usted nos prometió que vendría a nosotros cuando usted se fuera. Bueno, lo que usted citaba eran las palabras de Jesús: “ Os conviene que yo me vaya, pues si no, el Espíritu no vendrá a vosotros”.

 

No sabe, o mejor, sí lo sabe, cómo está viniendo o cómo está ya actuando en nosotros.

 

Precisamente estos días, estamos ESPERANDO  la navidad. O sea, el nacimiento, la aparición de aquel Jesús que nos permitió conocer al Invisible. “Nuestro querido Jesús”, como usted dijo en una ocasión y en un tono más bajo, casi como hablando consigo mismo.

 

Recordando sus enseñanzas, estos días vivimos más silenciosos, esperando al que está viniendo  y al mismo tiempo, al que vive DENTRO de nosotros. “Creo en el hombre habitado”: son palabras suyas. Son tantas, las palabras que van actualizándose y desvelándose día a día. Este escrito es precisamente fruto de algo que nos empuja, que nos refresca la memoria y que hace que vivamos como novedad lo que hasta ahora era pura rutina; fiestas, celebradas sin ningún sentido, y que pasaban casi sin haber reparado en ellas. Pero usted lo hizo todo nuevo. Sus palabras estaban llenas de vida, de sentido, de convicción, de fuerza, de alegría, de contenido, de sugerencias, y también de incógnitas difíciles de descifrar para quien no estaba a su altura. Qué difícil estar a su altura. No tendremos la suerte que usted tuvo, de ser tan mimados  por Quien le distinguió con tantos dones. Nos conformamos con el regalo impagable de haberle conocido a usted que supo y pudo darnos a conocer, de una forma totalmente novedosa y eficaz, al que nadie ha visto nunca. Usted sí “vio”, sí “conoció” lo que muchos quisieron ver y conocer, y no lo consiguieron. El Señor del cielo y de la tierra sí quiso revelárselo a usted. Y de usted, a nosotros, salvando muchas distancias que en ocasiones, se acortan un poco porque cada vez vamos entendiendo algo más de tantas cosas como nos decía, aunque de forma comprimida, como en píldoras.

 

Muy querido P. Moratiel, reciba estas sencillas palabras como muestra de agradecimiento y como recuerdo de aquellas puntuales carta suyas de cada  Navidad que con tanto interés recibíamos y leíamos.

 

Siga “escribiéndonos” cada Navidad, cada día, en cada paso de nuestras horas. No dudamos  de que así será.

 

Seguimos recordando, entre tantas cosas, aquellas últimas palabras de su carta del 2005:

 

“FELICES  PASCUAS”

“FELICES LOS PASOS DE LA VIDA”

 

                                                                                                       Navidad, 2008.

                                                                                                 Discípula del Silencio.