CARTA

Mi primer encuentro con el Silencio

Sevilla, 17 al 20 mayo

 

 

 

Me resulta difícil expresar cómo han sido los días vividos en el Encuentro del Silencio, en el mes de mayo, en Sevilla. Era la primera vez que asistía.

 

Desde luego ha sido una experiencia sorprendente y como se dice ahora "fuerte". Ha sido enriquecedora y dura.

 

Todo el mundo me decía que qué valor, tres días sin hablar; sin embargo, la sorpresa fue que desde el principio no sentí ninguna necesidad de hablar, al contrario, estaba en la gloria. Comer en silencio exterior y con la atención en el plato es distinto, es comer. Me han impresionado muchos sonidos de la vida diaria que habitualmente no oigo: el sonido sordo de un salero de la mesa de al lado, los crujidos de las puertas, de las maderas, los pasos de los pies descalzos sobre la moqueta (me acordé de los gatos, de los animales en general y pensé que cuando nos quitamos los zapatos...) Otra sorpresa ha sido el padre Moratiel, su forma de hablar, lenta y suave, pero firme y segura; su manera de enfocar la vida...

 

Pero también ha sido dura, esencialmente el primer día, y la mente habitualmente dispersa ha protestado, o al menos así explico el cansancio y el calor que he sentido (sospecho que, muy propio de mí, he presionado, he tensionado). Poco a poco la mente se fue tranquilizando, cada sentada mejor, la mente más lenta y una sensación nueva: respirar es maravilloso.

 

Ahora me veo en el principio de un camino que me atrae y que quiero andar, así que nos volveremos a ver.

 

Hasta pronto.

 

Cristina

7 junio 2.007