CARTA

Concha Molinero desde San Juan de Aznalfarache.

 

 

 

Hoy, me gustaría compartiros algo, sobre el retiro que tuvimos en San Juan del Alnafarache (Sevilla) de la Escuela del Silencio de Moratiel.

 

Me siento muy agradecida a las personas que lo organizaron con tanto cariño, Lola y Josefina, y todas y cada una con las que compartí esos días allí.

 

Hace casi 15 años viví un retiro con el Padre Moratiel, pero me he dado cuenta de que entonces, no llegué a alcanzar el sentido más hondo del silencio. Entonces yo daba más importancia al hacer, hablar… El silencio, era un poco sinónimo de pasividad y de pérdida de tiempo. A pesar de eso, me quedó una sensación de serenidad y una apertura a este tipo de oración.

 

Ahora, he tenido la oportunidad de vivir esta experiencia en una etapa de mi vida diferente. Ahora busco y deseo el silencio, acallarme por dentro, parar mi actividad y dejarme estar y ser en ese lugar donde no hay que buscar nada, ni esperar nada. En ese lugar donde palpo más directamente el sentido de la vida. (Ahora lo siento así).

 

Sí, la vida me ha traído otra vez a encontrarme con Moratiel, aunque él no estaba físicamente, lo sentí vivo entre nosotros… Gracias a esta experiencia se ha avivado más mi fe en este modo de orar, de ser, de estar, de contemplar… Al terminar me sentí un poco más libre, con la sensación de que, es entrando dentro, escuchando ahí y no haciendo ni diciendo nada, como brota una fuente que verdaderamente sacia mi vida y la llena de confianza y de serenidad…

 

No me resulta fácil hablar sobre lo vivido pero ayer leí algo que expresaba Etty Hillesum sobre la meditación y el silencio, con lo que me identifico y me llevó a este encuentro:

“La finalidad de la meditación debería ser: convertirse por dentro en una gran y amplia llanura, sin un alevoso matorral que impida la vista. Que  crezca algo de “Dios” dentro de uno mismo, tal como hay algo de “Dios” en la Novena sinfonía de Beethoven. Que también surja algo de “amor” por dentro, no un amor de lujo de una media hora  en el que sumirse  con orgullo gracias a un par de sentimientos sublimes, sino un amor con el que poder influir en las pequeñas acciones cotidianas.”

 

Que sigamos haciendo posible el vivir más y más las enseñanzas del Padre Moratiel y sigamos aprendiendo a silenciarnos por dentro, porque como él  bien decía:

“En lo profundo de mi corazón es dónde estoy en comunión con todos, donde puedo relacionarme y acercarme a otros. Allí desaparece la angustia, el ahogo y la asfixia.”

 

               Que Dios os bendiga.

                                                     Concha Molinero

 

2 de diciembre de 2.007