Para llegar a ti
			
            estoy inútilmente buscando las 
			palabras.
			
            Están sólo las cosas: la ventana, las 
			islas, el mar,
			
            tus libros y tus cartas.
			
            Pero guardo en un cofre de abrazos
			
            el perfume divino de tu alma.
			
             
			
            Te encuentro en "La Posada del 
			Silencio", 
			
            en el balcón del tiempo
			
            desde donde me hablaste
			
            en la última mañana
			
            que supe que era la última
			
            más tarde
			
            porque no llegó a tiempo
			
            el telegrama.
			
             
			
            Después de tanta niebla
			
            y tanta escarcha
			
            un camino de Luz me conduce
			
            a tu sueño
			
            de lirios y amapolas
			
            más allá de mi sombra y de mis manos.
			
             
			
            Adivino tu voz, alfarería
			
            de ternura y desvelos
			
            sin tregua ni lugar
			
            para las lágrimas
			
            porque tú
			
            desde lo hondo me sonríes.
			
             
			
            En esta noche sin límite
			
            en la que tú te fuiste
			
            y me dejaste huérfana
			
            soy columna de humo
			
            soy pájaro de aceite
			
            sin ti, sin tu bondad
			
            sin tu mirada.
			
             
			
            Después de muchas ruinas
			
            de muchas muertes y resurrecciones
			
            ahora vivo despacio
			
            y tengo tu memoria
			
            y en un lugar de sombra junto al 
			agua,
			
            tus bienaventuranzas.
			
             
			
            Siento la soledad,
			
            una canción con alas,
			
            que me ampara y me cobija.
			
            Estoy arrodillada escuchando
			
            el murmullo del cielo
			
            anclada en el cristal de la 
			esperanza.
			
             
			
            El misterioso Pan
			
            que compartimos siempre
			
            alimenta mi hambre
			
            y acrece con su Soplo
			
            mis hambres de querer.
			
             
            
            Hay un sendero azul
			
            una estrella de plata
			
            una zarza violeta
			
            y unas leves campanas
			
            que me llevan a ti
			
            sin huellas ni pisadas.
			
             
            
            Mary Luz Castro