ANEXO 1

Periódico: LA NUEVA ESPAÑA

Sección: LOS LECTORES OPINAN

Fecha: Martes, 19 de octubre de 2004

Autor: Serafín RODRÍGUEZ 


El Hno. Serafín RODRÍGUEZ, marista, escribió desde el corazón estas breves letras en memoria del que fuera su querido amigo Pin. 

Con el permiso del propio Hno. Serafín se ha utilizado en el apartado "Con acento" el mismo título que él le dedicó . 

(El artículo se transcribe  íntegro y literalmente )


 

P. Claudio, Pin: In memoriam

El padre Claudio, Dominico, natural de Los Corros-Feleches (Siero), cuasi vecino de este servidor y compañero en la infancia, aunque pronto fuimos por caminos distintos, pero paralelos. Era conocido por los alumnos del Colegio Santo Domingo de Oviedo y sus amigos con el cariñoso nombre asturiano de Pin, muy abundante por estos lugares: ¡Oye, Pin, estudia más, que vas a suspender! Era su expresión favorita en clase; luego lo llamaron a él, pero no le parecía mal. Quizá por esta cercanía, nuestra comunicación fuera más fluida, además de otros aspectos comunes como la docencia e inquietudes compartidas durante treinta años.

 

Perdona, Claudio, porque sé que este breve recuerdo no hubiera sido aceptado de buen grado por tu modestia; quiero, simplemente, añadir algún rasgo más a tu ejemplar vida y completar lo que ya expresó días atrás la prensa, porque lo has merecido como hombre de bien.

 

La imagen de tu persona merece un recuerdo para siempre: sencillo, bondadoso sin par, amigo de servir y ayudar a todos, desvelándose siempre por los alumnos, atendiendo espiritualmente a quién lo necesitaba o lo pedía, fiel a los amigos, ocurrente en tu manera de ser y agradecer; cuando eras más joven, cumplidor y exigente, aunque esta faceta fuera matizándose con la edad. Así era tu bienhechora humanidad.

 

Durante muchos años, en nuestra labor de profesores, compartimos los apuntes de Arte de COU. ¿Te acuerdas cómo planificábamos el temario, lo redactábamos de forma comprensible para los alumnos, buscábamos las imágenes más representativas para que los educandos aprendieran la asignatura de forma agradable y, finalmente, obtuvieran una buena nota en selectividad? Cuando íbamos a las reuniones, ya tu saber, paciencia e investigación, lo tenía preparado. Y esto, año tras año.

 

Tengo que decirte que nunca conseguí que reconocieras tu buen hacer en fotografía. "Esta foto es corriente", me decías al enseñar tus trabajos. Mostrabas con humildad fotos de nieve en la Peña de Francia, Picos de Europa, flores bellísimas o la imagen de la Virgen, y ahí terminaba todo. Admitías que eran bonitas, pero nada más.

 

Por otra parte, te agradezco una donación de más de mil negativos de gran calidad sobre Asturias y Oviedo en las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Nunca supe la parte correspondiente a tu creatividad, ni fui capaz de descubrirlo; a mis preguntas, la misma contestación: "Las puedes usar para lo que te convenga". La realidad es que algunas se han publicado en varias revistas especializadas asturianas. Versaban sobre el campo, paisajes, fiestas, personajes, montaña, pueblos, el Urriellu, etcétera. ¡Vamos, todo un tesoro fotográfico documental!

 

Me causaba gracia como medías la muerte en tu última enfermedad: acercabas dos dedos (el gordo y el índice) y fraseabas con humor que habías estado "así" del más allá; el "así", tenía una separación de cinco, dos, centímetros, según hubiese respondido el corazón.

 

Poseo testimonios de tus alumnos y me alegro, porque todos te aprueban con buena nota, aunque algunos recuerdan más las anécdotas que decoraban tus clases, o tu lucha e interés por forzar el aprobado de aquellos atrasados.

 

Te gustaba mucho el confesionario, donde pasabas horas enteras, tanto en la iglesia de Santo Domingo como la Peña de Francia o la Virgen del Camino. Lo tomabas como un servicio espiritual a las personas. Alguna vez te preguntaba: "¿Tantos se confiesan hoy?" Contestabas afirmativamente. Pienso que eras poseedor de un carisma especial para esta función hoy muy abandonada.

Le visité horas antes de su muerte, tenía la Virgen de la Peña de Francia colocada frente a su vista; ¡seguro que se llevó la última mirada! A mí, personalmente, me dio la mano seis veces en cinco minutos. ¡Todo un presagio! Termino con el testimonio de una persona: "Vengo de dar el pésame por el P. Claudio, pero no recé por él, pues le pedí que rezase él por mí, porque era un santo".