"LA HOJITA"  Septiembre - 2.004

En el N. 34 que corresponde al mes de Septiembre de 2004 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

"FLORECILLAS"

La maternidad de María aparece en la mayoría de los relatos del nacimiento de las órdenes y congregaciones religiosas. Nuestra Señora acudía presurosa a echar una mano a sus queridos hijas e hijos que se disponían a emprender una nueva e ilusionada tarea evangelizadora: unas veces los aliviaba en sus enfermedades, otras los libraba de algún peligro físico, otras los consolaba en las pruebas y sufrimientos morales, otras fortalecía su espíritu para vencer la tentación del desánimo y del cansancio del camino...

 

Eran narraciones llenas de belleza y de candor. Probablemente una buena parte de ellas adornada y exaltada, por el entusiasmo de los protagonistas de la historia o por aquellos que las escucharon. Estos "relatos entusiasmados" para nada cambiaron el fondo verdadero de los hechos, que no era otro, que el amparo y protección de Nuestra Señora sobre sus hijos más fieles.

 

En los albores de la historia del Santuario de la Peña de Francia, también hubo sus bellas florecillas. El P. Colunga, nos cuenta en su libro "Santuario de la Peña de Francia", a propósito del hallazgo de la imagen de la Virgen, que una vez que Simón Vela y cinco vecinos de San Martín lograron sacar de entre las peñas la imagen de la Virgen escondida muchos años antes, comenzaron los prodigios: "Simón (Vela) puso en contacto con la imagen la herida que había recibido el domingo antes, la cual con el frío y la falta de cuidado se le había agravado y quedó al punto sano. El segundo, Pascual Sánchez, fue curado de un fuerte dolor de muelas, que nunca volvió a sentir. Juan Hernández sanó de una grave enfermedad de dolor de estómago, que hacía diez años que padecía, con solo tomar la imagen, acercarla al pecho y besarle luego los pies. El cuarto, que era el escribano Benito Sánchez, curó de un dedo en la mano, que desde su nacimiento tenía cerrado. El quinto, Antón Fernández que era falto de oído y torpe de lengua, recobró el oído y quedó expedita su lengua, 'llegando sus orejas a la bendita imagen y tocando con la lengua el pie derecho de ella'. De todo ello dio testimonio el escribano público, vecino de San Martín, que a todo se había hallado presente. Los cinco volvieron contentos a sus casas, narrando todo lo sucedido...".

 

Las florecillas siguen brotando hoy día discretamente en las gentes sencillas y de buena voluntad, que acuden a implorar el auxilio de Nuestra Señora. Las hay de todos los tamaños y colores: unas vienen en el ramo de flores de un esforzado ciclista que acaba de ganar una carrera; otras, manifiestan la fe de una novia, que sube andando varios días la montaña para implorar la salud de su novio de toda la vida; otras vienen en la oración agradecida por la amiga que ha salido bien de una operación muy delicada; otras por la nueva vida que llegó después de una complicada espera; otras por aquel padre de familia que "milagrosamente" salvó la vida en una enfermedad extraña...

 

Siempre habrá pequeñas y hermosas historias de florecillas, mientras haya corazones creyentes y agradecidos, que acuden a Nuestra Señora como la Madre que alivia nuestros sufrimientos y abre la esperanza de nuestros mejores deseos.