"LA HOJITA"  Septiembre - 2.005

En el N. 38 que corresponde al mes de Septiembre de 2005 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

"ESPIGA VERDI-MORENA..."

El sábado 28 de Mayo con la discreción de una mujer de nuestros pueblos, la imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia entraba en Salamanca, acompañada de un grupo de gentes sencillas -digamos que sus familiares más cercanos-, que mientras cantaban al son de aires austeros y entrañables de las tierras charras, se dirigía al Convento de San Esteban, en donde durante nueve días escucharía las sencillas y sentidas plegarias de tantos fieles devotos que tiene la Virgen Morenita de la Sierra.

 

 Nueve días que culminaron en la visita que la imagen de Nuestra Señora hizo a la Plaza Mayor de Salamanca, donde cincuenta y tres años antes había recibido el homenaje de todo un pueblo salmantino en una jornada inolvidable, que ha quedado impresa para siempre como uno de los acontecimientos más importantes en la historia de los doscientos cincuenta años de la bella plaza salmantina.

 

La tarde del cinco de Julio con un sol de pleno verano a las cinco de la tarde, salía la imagen de Nuestra Señora de la iglesia de San Esteban camino de la Plaza Mayor en un bello Trono, que gentes de muy buena voluntad habían preparado la noche anterior hasta altas horas de la madrugada. Un grupo de animosos jóvenes de la Hermandad Dominicana, portaban las andas de Nuestra Señora, haciéndola caminar con gracia y galanura por las calles de más historia y tradición de la ciudad charra.

 

Ya en la Plaza Mayor, en un acto sencillo y cordial se ofreció a Nuestra Señora, lo mejor de nuestras tierras: la belleza de unas flores, la filigrana exquisita de unos bailes del campo charro, la delicadeza de nuestra alma poética, el entusiasmo de nuestros cantos..., y sobretodo la gratitud de unos hijos que aún conservan su confianza en ella, la Madre de Dios, María de Nazaret, una mujer de nuestra estirpe, de nuestra tierra...

 

¡Espiga Verdi-Morena, -como te cantó el juglar de la Peña de Francia, José Mª Gervós-, en estos tiempos en que muchas plazas de nuestros pueblos se ha agostado la fe, y nos asalta el temor de un futuro oscuro e incierto, sabemos que sólo bajo tu ternura y la acogida de una Madre como tú, podrá de nuevo florecer otra primavera, en que las futuras generaciones miren los horizontes inmensamente bellos de nuestros cielos castellanos para elevar su espíritu por encima de un materialismo empobrecedor y egoísta!