"LA HOJITA" junio - 2.008LA HOJITA"  Marzo - 2.007

En el N. 49 que corresponde al mes de Junio de 2008 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

LOS DOS TELEVISORES...

Hasta en los hogares más sencillos hoy día suele haber dos televisores, aunque sólo sea para evitar alguna que otra discusión, sobre si es preferible ver el programa deportivo o la telenovela de turno. Pues bien, aquí en la Peña de Francia hay también dos televisores, o si se quiere, dos cadenas de televisión con programas especialmente atractivos... Pero eso sí: las dos cadenas sin desleal competencia y en una perfecta y hermosa armonía.

 

El primer televisor goza de una pantalla panorámica gigantesca de alta fidelidad... Nos referimos al inmenso horizonte, que contemplamos desde el mirador privilegiado de la Peña de Francia. En anteriores reflexiones hemos escrito sobre los bellos amaneceres y puestas de sol. Hoy queremos dejar constancia también, de las noches serenas en que se pueden contemplar una multitud de relucientes y misteriosas estrellas, asentadas en un inmenso y profundo tapiz del misterio de una noche silenciosa. Otras noches, la Peña es iluminada por la luz plateada de una luna en plenitud. ¡Hermosa luna, cantada por los poetas y que tantos misterios e influencias silenciosas tiene sobre la tierra! Otras ¡cómo no!, la naturaleza nos da a entender la pequeñez de lo que somos a través de desatadas borrascas y tormentas... Y otras en fin, envueltos en niebla, nos sumimos en la añoranza y el deseo de reencontrarnos con los mejores sentimientos y deseos de nuestras vidas, casi siempre en estado de espera o de esperanza.

 

El segundo televisor, es por el contrario muy pequeño, se puede decir que casi invisible. Probablemente es más difícil de sintonizar que con el anterior. Se trata de mirar en nuestro propio interior para descubrir la huella más bella que Dios ha dejado de su presencia en nuestra existencia. "Dentro de mí -escribía Etty Hillesum la judía holandesa inmolada en los campos de Auschwitz- hay un pozo profundo. Y aquí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo, y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo".

 

Para sintonizar con esta pequeña y hermosa pantalla interior, tenemos que dejarnos penetrar de un gran silencio y una soledad profunda; hacer callar a nuestros alborotados sentimientos exteriores. La cumbre solitaria de la Peña de Francia es un lugar privilegiado para encontrarse con lo mejor de uno mismo, con los mejores sentimientos de nuestra alma. Cuando uno logra sosegar el espíritu, y descubre el sentido verdadero de los acontecimientos de la vida, alcanza cotas de libertad y de paz que no las cambia por nada ni por nadie. Es el mejor y más auténtico reportaje que podemos tener el privilegio de ver y experimentar.

 

Quisiéramos aportar a lo dicho, unas palabras de S. Anselmo, que de estas cosas sabía mucho: "Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparte de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así cerradas todas las puertas, ve en pos de él. Di, pues, alma mía, dia a Dios: <<Busco tu rostro; Señor anhelo ver tu rostro>>".