"LA HOJITA" diciembre - 2.009HOJITA"  Marzo - 2.007

En el N. 55 que corresponde al mes de Diciembre de 2009 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

   “LOS SONIDOS DEL SILENCIO…”

 

Apenas hay día, que de entre las personas que visitan el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, no haya alguna que comente: la Peña de Francia es un lugar ideal para buscar la paz, para sosegar nuestra acelerada vida, para encontrarse con uno mismo… Sin duda estos comentarios están sugeridos por la belleza, la soledad y el silencio en que la cumbre de la montaña está envuelta. Belleza, soledad y silencio, que se intensifican en los días de otoño, cuando la naturaleza parece quiere acompañar al espíritu humano con su austeridad y despojo de todo lo caduco y efímero.

 

En una sociedad en que se han multiplicado los medios tecnológicos de comunicación, la intimidad más profunda de nuestro ser puede ser invadida y profanada con innumerables sonidos e imágenes. La manera descarada con que algunos de estos medios utilizan la manipulación para mejor vender sus productos o ideas es un hecho reconocido por la mayoría de las personas. Corremos un serio peligro de quedarnos sin posibilidad de tener algunos momentos para poder encontrarnos con nosotros mismos y pensar por nuestra propia cuenta.  

 

Ciertamente, la comunicación de nuestros sentimientos a través de los gestos y las palabras están en la entraña de la vida humana. Somos seres sociables, y la comunicación es el aire imprescindible para compartir gozosamente con los demás nuestras vidas. Necesitamos a los demás, y los demás nos necesitan a nosotros.

 

Pero como todo lo humano, las palabras, las imágenes, tienen sus limitaciones. Guardini, gran teólogo y pensador cristiano del siglo pasado, escribía la siguiente reflexión: “Debemos esforzarnos y guardarnos contra la incesante charlatanería… que llena al mundo; guardarnos como se guarda para poder respirar quien tiene el pecho sofocado… Debemos aprender que el callar es bello, que no es ningún vacío, sino vida auténtica y plena”.

 

Encontrar cada día un espacio de silencio y de soledad, podríamos decir, que es tan necesario “como el comer”. En ese tiempo, debemos escucharnos a nosotros mismos, ordenar nuestra vida, buscar la profundidad de todos los acontecimientos que llegan a nuestra existencia, para no dejarnos arrastrar por lo efímero y pasajero de lo que nos sucede. En la profundidad de nuestro interior, encontraremos como dice Guardini: la vida autentica y plena. Más aún, los momentos de soledad y silencio, nos ayudarán sin ninguna duda a que nuestras palabras y nuestros encuentros con los demás, sean más auténticos, más llenos de paz y de verdad.

 

 

 

En las afueras de Belén, María y José, rodeados de humildes pastores, y en el Silencio y Soledad de la Noche, contemplan al niño recién nacido, el Hijo de Dios. Sólo se oye el canto de los mensajeros del Padre: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. De María, su madre, nos cuentan que “guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón”. Que el Espíritu de Belén nos acompañe en esta Navidad.