"LA HOJITA" septiembre - 2.011

En el N. 62 que corresponde al mes de Septiembre de 2011 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

 

LAS CAUSAS MÁS PROFUNDAS DE LA CRISIS

 

Andan los responsables económicos, políticos, sindicalistas, sociólogos…, reunidos en interminables jornadas de trabajo para sacarnos del atolladero, o al menos aliviarnos de esta dura crisis, que ha llevado la angustia a muchas familias para poder subsistir a diario. Debe haber algunas otras causas más profundas, cuando las mentes más preclaras de nuestra economía apenas encuentran una salida aceptable de la crisis.

 

En esta problemática situación en que vivimos, de vez en cuando y tímidamente alguien hace alusión a la falta de valores humanos (falta de virtudes se decía en otros tiempos). Creemos, que ese es el gran problema de fondo de nuestra sociedad, que engreídamente llamamos “del Bienestar”. Antes que nada hay que sanear el corazón humano, desterrando de él, el egoísmo, la avaricia, el orgullo, el hedonismo, la mentira, abriendo los horizontes de la vida a la generosidad, la austeridad, la compasión, la solidaridad, la honradez...

 

Hay que reconocer que esta tarea puede ser más difícil, y de hecho lo es, que los duros ajustes económicos que desean imponernos los grandes gurús que administran las finanzas. De hecho nuestros juzgados se ven desbordados por las innumerables y permanentes denuncias de grandes estafas económicas, incumplimiento de contratos, evasión de capitales, trabajos mal realizados y un largo etcétera más.   

 

En este sentido el mensaje de Jesús en el Evangelio no admite dudas ni interpretaciones. Es absolutamente clarividente y radical: “¡Ay de vosotros ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!..” (Lc. 6, 24-26).

 

Hasta en los labios de María, la joven judía de Nazaret escogida para ser Madre del Hijo de Dios, sale una hermosa plegaria reivindicativa hacia los más olvidados de la tierra: “Mi alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios mi Salvador…, porque derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes. A los hambrientos los llenó de bienes y a los ricos los despidió vacíos…”  (Lc. 1, 46-53).

 

Detrás de estas radicales expresiones evangélicas, está la clave ética del mensaje de Jesús para unas buenas y pacíficas relaciones humanas: “Tratad a los hombres de la manera en que vosotros queréis ser tratados… La medida que con otros usareis, esa se usará con vosotros”  (Lc 6, 31-38).  Creemos que esta manera de entender la vida nos haría más felices a todos y evitaría muchos sufrimientos inútiles.