LA CASA BAJA |
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LA Casa Baja (Foto P. Claudio LÓPEZ OP) |
Se construyó este monasterio para hogar de invierno de los dominicos de la Peña de Francia. Se llamó "Casa Baja". La "Casa Alta" es la del Risco, donde se venera a Nuestra Señora. Cuando en el año 1436 el rey Juan II encomendó el santuario de la Peña a los frailes dominicos, el rey, en el mismo documento, ordenaba además que en amor a Nuestra Señora se funde casa en la cima de la Peña, en lugar que fuese habitable, o al pie de la sierra, si en el invierno no fuese habitable por la altura. Dos años antes, Simón Vela, que había levantado la primera capilla para la Virgen en el risco más alto de la Peña, construyó también, en la falda de la montaña que da al mediodía, una casita donde pasar el invierno. En un primer momento, La Casa Baja se construye al norte de El Maíllo, camino de La Puebla, en lo que antes había sido un molino. Era una casa pequeña, húmeda, pobre y situada en lugar insalubre. En ella vivieron los religiosos dominicos durante cuarenta años. |
La construcción que hoy conocemos con el nombre de La Casa Baja está situada al sur de El Maíllo y su primera piedra se colocó el 18 de agosto de 1516. Acontecimiento lleno de esperanza y entusiasmo. Presidieron el Sacerdote y Concejo del Maíllo, el P. Prior de los dominicos de Plasencia. Constaba la Comunidad de 22 religiosos. Era el prior del convento P. Francisco de Salamanca. Bajaba la Comunidad a esta casa el día de los Difuntos. Un pequeño grupo de religiosos permanecía en el Risco para atender a los peregrinos y al culto del Santuario. La Comunidad volvía a la Peña el miércoles infraoctava de la Ascensión para prepararse a la fiesta de Pentecostés, una de las cuatro fiestas más importantes en la Peña. Era La Casa Baja convento de apoyo necesario para subsistir en el Risco. Lugar de estudio y despensa de la Peña. Tenía un pequeño bosque de castaños con dos fuentes, dos estanques y una huerta. Un informe del Concejo del Maíllo del siglo XVIII nos revela que a mediados de este siglo había en la Comunidad 52 religiosos y dieciocho "comensales más", para la precisa asistencia de las dos casas. Que los religiosos hacían un gran bien en toda la comarca: "predican y confiesan en los pueblos, atienden en la Hospedería de la Peña -sin interés alguno, como es público y notorio- a los peregrinos; reparan cada año el Santuario de arriba y el camino de los destrozos que causan la nieve, las heladas y las aguas torrenciales. A diario atienden al socorro de los pobres de la zona". La Casa Baja terminó por ser uno de los conventos más sólidos y hermosos que poseyeron los dominicos en España. En el siglo XIX la guerra de la Independencia dejó todos los edificios con huellas del saqueo y la destrucción. |
Refectorio |
En 1816 los religiosos comenzaron la restauración. Se vieron en la necesidad de vender los olivares del Soto. Además de hacer un empréstito de 80.000 reales. A esta tenacidad en construir y reconstruir puso fin en 1835 "la Desamortización" de Mendizábal. Expulsados los religiosos y vendido el convento, comenzó la destrucción. Ya no hay techos, fueron desmantelados para vender las tejas y las cornisas de granito. Portería, claustro de piedra de sillería -siete arcos en cada lienzo-, refectorio, cocina, celdas, panadería, oficinas..., todo lleno de zarzas y malezas que crecen exuberantes por el suelo y los muros. |
Púlpito del refectorio |