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Los cuentos del abuelo Anacleto“Las cabras del beduino”
Hola
peques: Dicen
que Moisés, -el salvado de las aguas del Nilo y adoptado por la hija del faraón,
vio a un egipcio que maltrataba a un hebreo, -pueblo al que Moisés
pertenecía,- y encendido en ira, mató al egipcio y lo enterró en la
arena.
Pues
bien, dicen que vagando Moisés por aquel desierto de Madián, vino a parar a
un campamento de beduinos, que son esos árabes-pastores trashumantes, que van
con sus rebaños de wadi en wadi (barrancos por donde corre el agua cuando por
casualidad llueve, que es más bien pocas veces en aquellas zonas). Pero por
las profundidades de los barrancos, mantienen cierta humedad y suelen crecer
allí hierbas y arbustos que son alimento de ovejas y cabras. Entre
los habitantes del desierto, la hospitalidad es sagrada; lo he experimentado
yo mismo y doy testimonio de ello. El
caso es que Moisés se acogió a la hospitalidad de aquellos beduinos y Al-hamdu
lillahi, (que así vamos a llamar al jefe del campamento beduino y cuyo
nombre traducido al cristiano sería "Deogracias" o "Gracias sean dadas
a Dios"), le recibió con la clásica hospitalidad de aquellas gentes entre
las que permaneció algunos días. Moisés
observó que Al-hamdu era creyente en un solo Dios al que procuraba honrar a
su modo. Cierto un modo un tanto simple e infantil como lo demuestra el
siguiente Los
judíos llamaban a eso costumbre pagana. Así lo consideró Moisés cuando vio
que Al-hamdu sacaba el cubo rebosante de la mejor leche de su rebaño fuera
del campamento para que Dios la bebiera una vez anochecido.
Moisés
en cambio, satisfecho de haber enseñado una verdad religiosa a aquel beduino, durmió como suele decirse "a pierna suelta". De
mañana, viendo Moisés al beduino en aquel lastimoso estado, le
preguntó la causa de su depresión y tristeza, a lo que Al-hamdu respondió: Tenías razón; Dios es espíritu puro y desprecia la leche de mi rebaño.
¡ Y yo que se la ofrecía con todo mi corazón ¡Era la mejor forma con que
yo quería demostrarle mi veneración y amor inquebrantables! A
lo que Moisés respondió: Mas bien debieras estar feliz y contento, porque
has aprendido una gran verdad: que Dios es espíritu puro y ni come ni bebe. Pero
Al-hamdu no lo veía así y siguió profundamente abatido y desconsolado. A
Moisés no se le ocurrió otra cosa que rezar por aquel pobre beduino para que
Dios abriera su inteligencia a la verdad. Pero.
a la noche siguiente, Dios se le apareció en sueños a Moisés y le
reprendió severamente:
¡"Te has equivocado, Moisés! Es verdad que soy espíritu puro y no bebo
leche. Pero acepto con sumo gusto la que Al-hamdu me ofrece como prueba de su
amor y generosidad. Y como yo no necesito beberla, la comparto con mis
criaturas, los chacales hambrientos, que sí tienen necesidad de ella". Fue
así como Moisés aprendió que lo que a Dios únicamente le importa es la fe
y el amor del hombre, manifestados con sencillez y humildad según el entender
y buena conciencia de cada uno. Al
día siguiente, apenas amanecido, Moisés le contó al beduino el sueño que
había tenido, con lo que Al-hamdu recuperó su inmensa alegría y siguió
cada atardecer sacando fuera del campamento el cubo de la mejor leche de su
rebaño para Dios, quien a su vez la regalaba a sus criaturas
hambrientas. Y
hasta creyó que era favor de Dios, que nunca los chacales hubieran atacado a
las cabras y ovejas de su rebaño, en gratitud a la leche que Dios les daba . "¡Alá
akbar! " exclamó, ¡"Dios es grande" ¡ fr. José Polvorosa, OP. ![]() |
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