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Los cuentos del abuelo Anacleto"El ratón campeón "
"Haz
el bien y no mires a quien" (refrán castellano)
Es tan antiguo como el Evangelio, que debemos ser respetuosos con nuestro prójimo: "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado", nos enseñó Jesús, y para amarnos, tenemos que empezar por respetarnos y ayudarnos. Pero,
fijaos que dijo... "unos a
otros", en general, no
dijo "a tus parientes o amigos o a los que te caigan bien" No
dijo eso; fue mucho más lejos cuando dijo: "Amad a vuestros
enemigos". Amar es dar y ayudar: dar de lo que tenemos al que carece de ello, y ayudar al que lo necesita. Y es que, además de ser bueno, nos conviene; porque no sabemos cuándo, ni cómo, ni a quién podemos necesitar en un momento determinado, como lo prueba la historia que os voy a contar, tal como la recuerdo de la lectura de una fábula cuando yo era chaval. Resulta
que era un león precioso, joven y
vigoroso, Estaba en lo mejor de su sueño, cuando una pandilla de ratones impertinentes salió de su madriguera cercana, chirriando y saltando como adolescentes en discoteca.
Pero, pasado el susto, al cabo de un rato asomaron de nuevo y viendo que el león parecía dormido, otra vez salieron y comenzaron el jolgorio ratoneril acercándose en sus carreras hasta las mismas barbas del león. Éste,
que sólo se hacía el dormido, alargó su garra y ¡zas!, atrapó al más
imprudente, pegando otro rugido y enseñándole los dientes. No es que El león, noble rey de la selva pensó muy bien, que no valía la pena abusar de su fuerza, y magnánimo, abrió la garra dándole la libertad que, por descontado, el ratoncillo agradeció al cielo y al león, con todo su corazón. No habían pasado muchos días, cuando unos cazadores furtivos, queriendo atrapar a aquel hermoso león, le tendieron una trampa: colocaron un artilugio de fuerte red y como cebo, pusieron un cochinillo como esos que asan tan ricamente en el mesón segoviano de Cándido. El león ya hambriento, no lo dudó ni un instante al oír los chillidos del cochinillo y sin más pensarlo, se tiró a devorarlo quedando enredado en la trampa. Con tal proeza, se ganaron la gratitud y amistad del león quien declaró al ratoncillo promotor de la misma, Campeón. Y a partir de entonces, dice la historia que ya los leones no cazan ratones. Por eso, el que escribió esa historia terminó diciendo: "
Conviene al poderoso Hacer el bien sin mirar a quién, además de precepto divino, nos conviene. ¡Hasta la próxima, amigos! fr. José Polvorosa, OP.
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