Hoy he
asistido, en Pamplona, a las exequias que se han celebrado en el Tanatorio
San Alberto, a la una del mediodía. Allí nos hemos reunido gente de muy
diversas regiones geográficas, algunos nos habíamos conocido ya en Málaga,
otros quizás éramos todavía desconocidos, familiares, amigos, paisanos,
frailes, monjas y un sinfín de personas que queríamos agarrarnos a este
ser tan querido para todos, como era el Padre Moratiel. Las muestras de
afecto entre unos y otros se entremezclaban, el desconocimiento de muchos
de los allí presentes no fueron ningún obstáculo, porque lo que este
hombre bueno y afable sembró a lo largo de toda su vida, apartó, en los
que le conocimos, la extrañeza que en muchos de estos casos es natural que
ocurra. El mejor vivo ejemplo ha sido su familia que nos han acogido con
cariño, respeto y entereza a pesar de su propio dolor.
En el
tanatorio se ha celebrado una breve despedida donde, entre las plegarias y
preces, se ha recitado el salmo 129 "Desde lo hondo a ti grito, Señor"
tan arraigado a la plegaria de difuntos en la orden dominicana.
Posteriormente nos hemos dirigido al cementerio de San José de Pamplona,
donde el prior del convento de Santo Domingo ha dicho unas breves palabras
en su recuerdo, rezando después un Padrenuestro, finalmente le hemos
acompañado con los cantos del Salve Regina y el dominicano O
Spem miram. La Misa se celebraba a las 6,30 de la tarde en
Santo Domingo y con ello se daba por finalizada la ceremonia oficial de
despedida.
De una forma
muy especial quiero destacar la petición que su sobrino Pepe me ha pedido:
“dejadle marchar”. Y tiene razón. Debemos dejarle marchar, debemos
dejar que la vida siga su curso, debemos seguir caminando nuestro propio
camino, pero... es humano que nos resistamos, es humano que nuestros
sentimientos y nuestro corazón se opongan e incluso se nieguen a dejar, a
soltar, aquello que amamos. Nos aferramos hasta el último momento, hasta
el último detalle, hasta la última vivencia a algo que ya empieza a ser
parte del pasado de cada uno de nosotros. Nuestro Padre Moratiel se ha
ido y por mucho que nos queramos aferrar a él, por mucho que queramos
prolongar los últimos momentos, la realidad nos dice que su vida en este
mundo se ha terminado, ahora hemos de seguir... sin su presencia... y sin
embargo ¡nos ha dejado tanto!... ¡nos ha dado tanto!... que debemos
considerarnos muy afortunados y dichosos de que su vida y la nuestra se
hayan cruzado. Debemos sentirnos inmensamente felices por todo lo que se
nos ha dado y sobretodo por haberle conocido. De ahora en adelante no
tendremos su presencia pero podemos encontrarle, donde él mismo y de forma
premonitoria nos indico en su Carta de Navidad: “Si me buscáis,
buscadme en vuestro silencio... ahí me encontrarás”.
FELICES LOS PASOS DE LA VIDA.
Y... ahora
nos toca a nosotros retomar la siembra que el Padre Moratiel esparció allí
donde iba, ahora nos toca a nosotros poner en práctica sus enseñanzas,
todos sus consejos, caminar por la vida siendo nosotros mismos pero
crecidos con su mensaje. Ahora nos toca a nosotros andar, día a día, con
la experiencia que él nos ha transmitido, ahora nos toca a nosotros ser
auténticos discípulos del Silencio.
Con todo el afecto y el más sincero de mis silencios,
espero que sigamos encontrándonos en el Silencio.
M. Àngels
(el último parte para la Escuela del Silencio)
14 de febrero de 2006