"Estando allí, en Belén, se cumplieron los días de su parto" |
Lc 2,6 |
Es la hora del alumbramiento: Cuando abandonas la conciencia de la función y de la representación. Cuando te vuelves insumiso a las consignas de la moda y no te dejas sobornar por anda. Cuando dejas que amanezca la aurora que va en tu corazón. Cuando no te permites que te secuestren, que te manipulen o que te domestiquen. Es la hora del alumbramiento: Cuando no te dejas encarcelar por ninguna opinión. Cuando no permites que nada te domine. Cuando no te dejas acosar por las mil añoranzas o recuerdos. Cuando ninguna ideología, ninguna cultura te encierra ni aprisiona. Es la hora del alumbramiento: Cuando no te atienes a lo que se dijo, sino a lo que escuchas en tu alma sosegada. Cuando no te ajustas ortopédicamente a lo establecido, sino que dejas que todo fluya. Cuando escuchas no para responder, sino para comprender y abrazar la diversidad. Cuando no pretendes llevar las riendas de tu historia, sino que te dejas mecer por la vida. Es la hora del alumbramiento: Cuando dejas que germine y florezca la sementera dentro. Cuando estás atento al aquí y al ahora, pues sabes que la vida no está en el ayer ni en el mañana. Cuando desenmascaras el personaje que recubre y oculta la inocencia del agua remansada de tu manantial. Cuando no condenas tu limitación ni tampoco tu aspiración al infinito. |