Ahora no
deseas: ni ganar, ni lograr, ni adquirir, ni poseer.
Ahora no
consumes nada: ni ideas, ni información, ni erudición, ni imágenes,
ni emociones.
Ahora no te
apropias de nada: no te enganchas a nada, no acaparas ni haces ningún
acopio.
Y
TU CORAZÓN ES MORADA DE PAZ
Ahora te
despojas de funciones, de representaciones de disfraces.
Ahora caminas
sin compañía de discursos, de doctrinas, de personas, de melodías,
de danzas.
Ahora admites
la noche, el otoño, el invierno, las diferentes estaciones que la vida te
da.
Y
TU CORAZÓN ES MORADA DE PAZ.
Ahora no
sueñas, no recuerdas, no añoras, no fantaseas.
Ahora no
huyes, no te escapas de este instante, de este aquí que se vuelve
canción al acogerlo.
Ahora no te
atas a formas, a enseñanzas, a tradiciones.
Y
TU CORAZÓN ES MORADA DE PAZ.
Ahora no
estás pendiente de un proyecto, de un programa, ni de expectativas.
Ahora eres contestatario,
insumisos a lo establecido, a las opiniones, a los juicios, a las
valoraciones, a la tiranía exterior.
Ahora sólo
eres dócil a la vibración íntima, al clamor de dentro, a los
latidos del amor.
Y
TU CORAZÓN ES MORADA DE PAZ.
Ahora vives
como en un exilio, como en un destierro.
Ahora vives
sin ceremonias, sin adornos, sin decoración, sin exhibición.
Ahora vives
en un desierto de decires, de pensares, de sentires, de cantares, de
estructuras, de referencias.
Y
TU CORAZÓN ES MORADA DE PAZ.
Ahora la vida
está más allá de lo que dicen tus labios, de lo que ven tus ojos,
de lo que oyen tus oídos, de lo que percibe tu piel.
Ahora tan
sólo eres, vives; sin nada, por nada, por lo Indecible, por lo
Inefable.
Ahora no hay
ningún reconocimiento, ninguna aprobación, ningún aplauso.
Ahora te
basta sólo ser.
Ahora todo
se ha remansado. Eres un caminante, un peregrino, un aventurero de la
Resurrección.
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