Cada uno tiene su modo de andar. Cada uno tenemos nuestro paso, cada uno tenemos nuestro ritmo y el saber respetar el ritmo del otro y el saber respetar la natura del otro pues, es un artículo de primera necesidad, en una andadura que por otra parte podemos hacer en compañía de alguien. Y por eso no hay dos modos iguales de subir.
Felizmente Dios no se ha agotado ni en nuestro Padre, ni en San Juan de la Cruz, ni en Santa Teresa, ni en Santa Catalina… Dios no se ha agotado. Los modos de acercarnos a su misterio son… inacabables, quizás el pretender imitar, pues sea… no un acierto, sino un desacierto, hay que dejar que lo de dentro fluya, que lo de dentro salga y entonces saldrá la originalidad, lo singular de cada uno.
Hay una palabra que es muy frecuente en el campo religioso, me refiero a la palabra interiorizar. Hoy se usa mucho esta palabra. Os confieso que siempre me suena como que tuviéramos que meter algo dentro. -Vamos a interiorizar este salmo- y entonces como que el salmo hubiera que infiltrarlo. Si es todo lo contrario, es al revés. Hay que permitir que el salmo de cada uno aflore, que el canto de cada uno salga. No hay que meter nada dentro, porque todo está ya dentro. Lo nuestro es permitir que lo de dentro pueda emerger y pueda fluir. Por eso os decía que el silencio es la liberación de ese Dios que está escondido, que está oculto en nuestro corazón.
Una aventura espiritual no es para colectivos, no es para una agrupación, no es para un gremio… ¡no!. Pues ahora todos andar por aquí, pues ahora todo este grupo, todo este gremio… toda esta institución… pues no!, no es para colectividades es para individualidades, cada uno es el que tiene que tomar la decisión, cada uno es el que debe sentirse convocado y llamado.
No es que nosotros hayamos elegido el silencio, sino que es el silencio el que nos ha elegido. Que es distinto.
Es el silencio.
Es una vocación silenciosa la que ha llamado al corazón y nos ha traído a andar por aquí. Sencillamente. Pero, a veces, este afán colectivista nos lleva a esto… como si fuera para las naciones, para todo un grupo, para toda una institución o para toda una religión y no!… cada uno tiene que ver en su sinceridad y en su transparencia el camino del Señor.
Y saber una cosa muy sencilla: que el hombre se hace a si mismo, cuando regresa a si mismo.
El hombre se hace cuando vuelve a su corazón.
Hoy se habla mucho de realizarse… pues el hombre se realiza cuando regresa a su corazón. El hombre se realiza, como el hijo pródigo, que por fin regresa… ¡me levantaré e iré a mi padre! En realidad el silencio es ir a nuestro Padre, a nuestro Padre que es el origen de la vida. |
||
- Extraído de un encuentro. |
||
|