LA CHISPA INTERIOR

   
  Hay una leyenda muy breve que voy a contar. Dice que en un monasterio, pues el abad estaba muy empeñado en sugerir a los monjes una oración de silencio, una oración silenciosa. Y había uno que se resistía mucho, que encontraba muchas dificultades, muchos estorbos, muchas resistencias. Era el cocinero.

Entonces el abad, en un afán de... no de convencerle, sino de esclarecer y diluir alguna de sus dificultades pues... se citaron en la noche después de completas a conversar un rato. Se citaron en la cocina, porque era el lugar más cálido y allí estuvieron largo rato hablando. Y hubo un momento en que el abad pues ya sintió frío y dijo:

- ¡Uy, que frío!.

Y abrió la lumbre y efectivamente ya no había lumbre. Y el abad pues revolvió un poco y dijo el cocinero:

- ¡qué no, qué no! no queda nada, se ha consumido todo.

Pero el abad siguió sacando la cernada, siguió sacando la cernada y resulta que en el fondo de la hornilla... había una brasa, todavía brillante.

Y dice la leyenda, que la cogió con las tenazas y se la puso delante de sus narices, a ver si se daba cuenta de que...

 

 

Cuando todo se consumiera... pues quedaría una luz, una chispa brillante, la presencia de la vida, de la luz en el corazón.