21 - "Volveos a mí de corazón"

 

Muchas veces nuestra oración silenciosa es sencillamente volver a nuestro corazón, volver a nuestra interioridad.

 

Estas horas pueden ser preciosas para comprobar esta necesidad de volver.

 

Quizás se nos pida un cambio. Hemos de estar alerta para ver lo que Dios quiere, para ver cómo nos solicita Dios.

 

No dejarse sobornar por la superficie que nos aleja de lo interior. Ser insumisos a los dictados de la exterioridad, y esto para estar más disponibles, más atentos a la voz interior.

 

Hace falta un gesto de rebeldía, de insumisión, “volverse” del pasado, de las fantasías.

 

Volverse para vivir lo que Dios en esta hora nos regala y nos da.

 

Volverse atentos, silenciosos, vigilantes.

 

Volverse del exterior al interior, de las capas superficiales a lo íntimo. Corremos el peligro de quedarnos en la superficie sin retornar a lo íntimo.

 

No importa que nuestra oración sea esto, un incesante volver, un incansable volver:

“Volveos a mí de todo corazón”