31 - "Sopló sobre ellos su aliento"

 

 

La presencia no hay que imaginarla, hay que recibirla, hay que acogerla.

El modo de darse Dios es darnos su aliento, su Espíritu.

Quizá un día comprendamos que los demás viven si les damos nosotros nuestra mirada, si les damos nuestra atención.

Dios está empeñado y ocupado en hacernos vivir, en darnos la vida. Nos da su aliento.

Este ejercicio de silencio es para percibir esto.

El soplo de Dios llega hasta las entrañas.

El silencio es para llegar a lo más íntimo.

El soplo de Dios alcanza lo más lejano de nuestro corazón.

Dios no se queda en la superficie. Dios reposa en las entrañas del hombre. Hasta ahí llega su presencia.

Hagamos silencio para reposar en lo profundo, en lo más hondo.

En la superficie se resbala, en la superficie no se puede descansar.

El silencio es para hacer pie firme en lo hondo y profundo de nuestro ser.