37 - "Señor, ábreme los labios"

 

 

 

Dejad que en el silencio se abra todo el ser, vuestro cuerpo y vuestro corazón.

 

En el silencio hay que dejar que todos los nudos se vayan soltando, que todo se vaya abriendo.

 

Que también nuestro corazón se vaya abriendo que se suelte nuestro egoísmo, nuestro afán de dominar, el afán de ser los primeros.

 

Que todo en nosotros permanezca abierto. Que esta tierra nuestra esté abierta día a día en el silencio; abrirse más y más.