38 - "Desnudo salí del vientre de mi madre y  desnudo volveré a él"

 

 

El amor no siempre nos enriquece, el amor lo primero que hace es empobrecernos, lo entregamos todo. Todo ha de ser ofrecido y entregado a Dios. Para él son todas nuestras cosas, toda nuestra vida.

 

En el silencio se aprende este despojo, se aprende a desapropiarse. El silencio es el ofrecimiento de toda nuestra vida a Dios.

 

Ahí en el desapropio existirá un alivio y una epifanía de Dios. Dios empezará a irrumpir en nuestro despojo.

 

Todo puede ser un obstáculo para esta epifanía de Dios; por eso todo se ha de silenciar.

 

Dios necesita nuestro silencio. Pero Dios merece también nuestro silencio, para él son todas las cosas.