56 - "El Señor reina, la tierra goza, delante de él avanza el fuego, los montes se derriten como cera"

 

 

 

El fuego es siempre el símbolo de la purificación. Él nos sacó de la tierra de Egipto: del egoísmo, del poder, del orgullo.

 

Este Egipto también va con nosotros. Delante de Dios todo se estremece, todo se derrite. Cuando uno se siente atraído por el Dios que está en el corazón, todo nuestro orgullo, todo nuestro Egipto puede derretirse, es un fuego devorador; pero a la vez es algo que puede protestar, como los israelitas en el desierto.

 

En las etapas purificadoras del silencio también puede haber desconfianza de este camino purificador. En estas horas de protestas nos podemos acordar de otras cosas más llevaderas. Todo puede derretirse en la presencia de este fuego, de esta llamarada del interior.

 

Dios es misericordioso siempre, también con los enemigos, es misericordioso con nuestro egoísmo derritiéndolo, abrasándolo.

 

Es después cuando hay un amanecer, una luz para el justo.

 

Cuando este Egipto es purificado, amanece una luz en el corazón.

 

Permitid en vuestro silencio este amanecer. La ley del cielo es vaciar lo lleno y llenar lo vacío.