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"Todo pasa, mi Palabra permanece"
Uno de los gestos de
estar despiertos es darse cuenta de que todo pasa. Pero hay algo que no
pasa.
Todo pasa, aquí no
queda nada.
Todo está pasando y
todo desemboca en lo que jamás pasa.
Dice Jesús: mi
presencia, mis palabras no pasarán.
La tristeza no es ver
que todo pasa, sino querer que no pase.
La alegría es ver que
todo pasa y desemboca en lo que no pasa.
Pretender que algo no
pase, eso es lo trágico, porque eso nos separa de lo eterno.
La tristeza es una
muralla entre dos jardines. Se levanta cuando no vemos o no sospechamos
la eternidad, y sólo vemos el lado de acá.
La tristeza es creer
que aquí se acaba todo.
“Mis palabras no
pasarán”.
Gracias a la confianza
de que algo no pasa puedes dejar lo pasajero que pase. Que viva lo
pasajero con cierta libertad.
Acoge la vida sin
empeñarte en oponerse a lo que viene a ti.
El roble se opone al
vendaval terrible, y a veces lo arranca, el césped ni lo nota...
Deja que la vida pase.
Deja tu vida en silencio.
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