Contigo
quiero hablar, el que te has ido
para
afirmarte más en los silencios,
Hermano
persistente en cercanías.
Contigo,
batallar un territorio,
donde amistad
de siglos y ahora pena
de saberte
presente sin sonidos.
Te traigo
estos retazos de alborada,
de campos
ateridos, de majuelos
que tienen
primavera en las entrañas.
Como un
Eslonza, largo y silencioso,
nos pasan por
encima, nos trituran
los fragores
del tiempo y sus entornos.
Se engaña el
calendario, se desangra
su terca
pretensión de geometría.
Sin lágrimas,
sin gritos, reconstruyo
tu rostro
persistente sobre el ruido
de los trenes
que huyen y se borran.
Quiero
mostrarte noches habitables,
castillos de
palabras, de miradas
cosidas
sobre auroras vadeables.
Ahora estás
sembrado, y primaveras
nos traerán
noticia de tus pasos.
Ventanas y
tapiales asombrados
nos dejarán
un rastro de pisadas
que son
señales tuyas, gestos lentos
guardados
como auroras persistentes.
Contigo,
restaurar viejas palabras
y levantar
con ellas otros ámbitos
donde seguir
la escucha compartida
de los recios
latidos del Espíritu.