CRÓNICA DEL ENCUENTRO EN SANTA OLAJA DE ESLONZA - 2007 |
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VIRGEN DE VILLAMOROS |
Celebramos por segundo año esta celebración iniciada por la familia Moratiel y que este año tomó el relevo la Escuela del Silencio.
La asistencia al encuentro no fue excesivamente numerosa porque supimos, en los últimos momentos, que mucha gente no se había enterado por no disponer de internet o por desconocimiento de que la Escuela del Silencio del Padre Moratiel sigue viva, activa y en pie.
Los que asistimos nos fuimos encontrando a lo largo de la mañana. La Catedral de León fue el punto de enlace y, mientras esperábamos a unos y llegaban otros, resultó inevitable el compartir recuerdos, experiencias, sentimientos y todo aquello de alguna manera nos había invitado a asistir: el Padre Moratiel.
Entre los coches de la familia y
los de algunos de los asistentes, nos trasladamos al entrañable
pueblo
Al llegar al pueblecito, la familia nos acoge con el cariño habitual, Reginaldo el hermano del Padre Moratiel, se ha convertido en una especie de patriarca entrañable que nos acoge y nos admite de nuevo en casa. Su sonrisa, su rostro agradecido por nuestra presencia, su entrega, su escucha y sus palabras calladas nos hacen sentir que estamos realmente en casa.
Algunos nos dirigimos a la ermita, las flores nos esperaban para ser colocadas y mientras unas trastean con los jarrones, otros charlan en el exterior, algunas más se sienten acogidas por la sencillez del lugar y deciden atenderlo en silencio.
A mediodía, el almuerzo se organizó en casa de Dorina, sobrina de Moratiel, los inevitables corrillos, la algarabía del reencuentro, la familiaridad del lugar y la acogida en sí, nos regaló esos momentos entrañables que al recordarlos nos permite entender y comprender el significado de aquellas palabras tantas veces escuchadas y quizás pocas veces comprendidas “vivir este ahora, este momento, este instante” y así la propia vida nos regala el saber “ensimismarnos con la misma vida”.
Al acercarse las 5 de la tarde enfilamos
la
Poco después empezaron las inevitables despedidas de algunos que viajaban hacia los distintos lugares de donde provenían, mientras otros nos acercamos al Monasterio de San Miguel de Escalada para contemplar la serenidad y a través de sus muros y piedras poder llevarnos algo más de la esencia del lugar. |
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MONASTERIO DE SAN MIGUEL DE ESCALADA
Es difícil, en estos casos, describir o explicar el encuentro o el reencuentro con lugares y personas a los que te sientes de alguna forma unida, porque conociste y escuchaste las palabras de un ser que sin proponérselo, ni tan sólo pensarlo, nos llegó al corazón. Un ser que compartió con todos y cada uno de nosotros momentos de su vida y sus propias vivencias, nos enseñó a conocernos y nos dio a gustar la libertad que nos habita, a descubrir lo inefable de nuestro corazón y la verdad de nuestro Ser más íntimo.
Desde aquí agradecemos a todos los miembros de la numerosa familia Moratiel, su acogida, su buen hacer, su hospitalidad y por compartir con nosotros este hermoso día en tan especial lugar.
Un abrazo desde la cuna y el entorno de ese ser entrañable con el que un día nos cruzamos al pasar por esta vida.
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M. Àngels León, 3 de junio de 2.007 |
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