LOS PRIMEROS BROTES - 2
 

Encuentro en CÓRDOBA

 

 

 

         14 de mayo de 2006

 

¡Estamos de enhorabuena!. Una vez más, el Silencio nos convocó a Córdoba; una vez más, las hermanas de Betania nos abrieron las puertas de su casa de par en par y nos acogieron con su acostumbrado cariño y hospitalidad. Me hacen sentir como en mi propia casa. Vaya desde aquí, antes que nada, mi inmenso agradecimiento a ellas y a las demás personas que con su trabajo hacen posible la estancia allí. Por encima del desconcierto de los primeros momentos, ellas se han aventurado, junto con los asistentes al encuentro, a vivir esta experiencia, que no por ser conocida ha dejado de ser nueva.

 

Asistimos unas treinta personas, de las cuales seis o siete lo hacían por primera vez. El jueves, cuando ya estábamos casi todos, hubo asamblea: puesto que el horario siempre es el mismo, sólo quedaba acordar que hacer en los espacios en que Moratiel tomaba la palabra (encuentros, introducciones a la oración silenciosa...), se decidió leer sus textos, y para los demás asuntos de organización hubo quien se hizo cargo de la campanilla, quien del avisador, del silencio corporal, de las lecturas... También todos los días hubo Eucaristía.

 

Hay que reconocer que es un cambio, y estos, conllevan crisis y oportunidades al mismo tiempo: hubo alguna que otra disonancia en la asamblea, fundamentalmente en lo relativo a los espacios en que Moratiel se dirigía al grupo, pero se solventaron, y estoy segura que todos aprendimos de ello. Las horas de meditación fueron profundamente silenciosas: por encima de los sonidos del exterior que a veces nos acompañaron, se oía el silencio. Antes de irnos se fijaron las fechas para octubre de este año y mayo del próximo 2007. ¡Así de fácil fue rodando todo!.

 

La que esto escribe, se siente inmensamente agradecida porque el encuentro se haya podido realizar; antes de ir me preguntaba como viviría la ausencia física de Moratiel (“no te hagas preguntas”, me dijo más de una vez), he podido constatar que es eso: sólo física, no lo he visto en el espacio donde solía encontrarlo, pero siento que me acompaña constantemente, como un hermano mayor que ya ha hecho lo que tenía que hacer y ahora te deja caminar por ti misma.

 

Para terminar quiero compartir unas de las últimas palabras que le oí en el encuentro de octubre de 2005: “Esta vida está guiada por una mano invisible, pero está bien guiada.

 

¡Estamos de enhorabuena los convocados al Silencio!

 

 

Una transeúnte hacia el Silencio.