"LA HOJITA" diciembre - 2.003

En el N. 31 que corresponde al mes de Diciembre de 2003 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

"BAJO LA NIEVE"

(Esta primera página de la Hoja de la Peña, queremos que lleve la firma del P. José Luis Espinel, O.P., que desde su nacimiento hasta su muerte vivió y sintió el arte, la historia, la teología, los campos y paisajes de su tierra salmantina, con la hondura y austeridad de las gentes de estas tierras. Desde la privilegiada y trascendente cumbre de La Peña de Francia, el espíritu generoso del P. Espinel, sintonizaba en pacífica armonía con el horizonte ilimitado de la llanura castellana).

 

"Los empinados caminos y senderos que suben al Santuario, son como pequeños puertos cerrados por la nieve, que niegan el paso. Los campesinos, desde sus casas, miran a la Peña, que parece haberse vestido como la Virgen, con uno de sus mantos blancos.

 

El Santuario, con su carga de nieve, espera, imperturbable, como los nidos vacíos a los pájaros emigrantes, la llegada de los peregrinos, que calientan con sus pies desnudos, el empedrado de la calzada y las frías piedras de los senderos. Fieles amigos del Santuario suben a menudo, en los días invernales para comprobar casi siempre que los edificios  no han recibido heridas en la batalla colosal y continua, que les presenta la naturaleza.

 

La negra noche de invierno, deja hipócritamente, con disimulo, sin ruido, su alfombra blanca. Todavía recientes en el amanecer, se ven las huellas del zorro, que llegó hambriento hasta las puertas cerradas de la hospedería. Raramente una misma nevada permanece varios días sin ser acometida por el viento, que se lanza sobre las blancas explanadas, haciendo ventisqueros.

 

Cuando apunta la primavera toda la tragedia del invierno se convierte en multitud de ríos cantores, que llevan sus aguas en medio de trigales y viñedos".

 

Un año más recordamos con asombro y gratitud la presencia del Hijo de Dios entre los seres humanos. María, la humilde y sencilla mujer de Nazaret, quien acogió en sus entrañas y en su corazón el anuncio y la alegría de nuestra salvación, nos enseña el camino para que a través de nuestras vidas, Jesús sea conocido y amado, como el Salvador, el Señor de la Paz, el Dios del Amor y la Ilimitada Ternura... Es el don que deseamos para todos los que acudís a nuestro querido Santuario, implorando y agradeciendo la protección maternal de Nuestra Señora.