"LA HOJITA"  Diciembre - 2.004

En el N. 35 que corresponde al mes de Diciembre de 2004 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

"ARCO IRIS DE LA PAZ"

En una de las últimas tardes de la pasada primavera cuando el tiempo, como se suele decir, se estaba poniendo revuelto, la montaña de la Peña de Francia poco a poco se vio rodeada de un cinturón de nubes negras que dejaban fuertes tormentas en las Quilamas, la Sierra de Béjar, la Sierra de Gredos, los Valles Hurdanos, las Batuecas... ¡Espectáculo impresionante, que impactaba fuertemente nuestro espíritu con sentimientos contrapuestos de asombro y temor!

 

Y cuando aún estábamos sobrecogidos por la insignificancia humana ante estos misterios profundos e incontrolables de la naturaleza, apareció en el horizonte un magnífico arco-iris, que como espléndida aureola coronaba con su diadema, desde el monte del Zarzoso hasta el extremo opuestos del valle de las Batuecas. ¡Nunca jamás habíamos visto un arco-iris tan grandioso y con intensidad tan profunda en sus colores! Mientras tanto las nubes negras, ya más ligeras por el agua perdida, iban siendo llevadas en alas del viento a visitar otros montes, otros valles, otros pueblos, dejando tras de sí un cielo limpio y abierto, a la vez que nuestros espíritus iban recobrando la tranquilidad y el sosiego.

 

En las primeras páginas de la Biblia el arco-iris es presentado como signo de la paz y reconciliación entre Dios y los hombres... Después de etapas de infidelidad, en el que el pueblo elegido sufría la oscuridad del alejamiento de Dios, a través de guerras, sequías, inundaciones, enfermedades..., llegaba el tiempo en que el pueblo imploraba nuevamente la presencia de Dios en sus vidas. El arco-iris era para el pueblo religiosos el sello con que Dios renovaba su amistad con el ser humano.

 

A semejanza de la historia bíblica, una gran parte de la humanidad ha dado la espalda a Dios, adorando de nuevo a "falsos y efímeros dioses", como son el poder, la riqueza, la técnica, el materialismo, el placer...; otra, en nombre de un "dios falso", predica la venganza, el odio, la aniquilación del otro, la intolerancia...

 

Como consecuencia de este alejamiento del Dios verdadero, nuestro mundo aparece amenazado con negros y tormentosos presagios, que van sembrando destrucción y sufrimiento. El absurdo de múltiples guerras sigue presente entre nosotros con pocas esperanzas para la paz. Sigue aumentando la pobreza, y cada día parece más difícil dar una solución práctica y eficaz que acabe con esa lacra vergonzosa para toda la humanidad; siguen también presentes la drogadicción, el sida, etc...

 

El ser humano por sí solo no puede encontrar la salvación. Los creyentes sabemos con certeza, que sólo con el reencuentro sincero con el Dios del Amor, que es Padre, podremos volver a peregrinar por los caminos de un mundo mejor donde brille de nuevo el arco-iris de la paz y la fraternidad de los pueblos.

 

 

¡Que María de Nazaret de cuyas entrañas maternales brotó el Dios de la paz, de la fraternidad y de la concordia, haga florecer en nuestros espíritus el amor, el respeto y la ternura hacia nuestros prójimos! Desde el hogar de Nuestra Señora de la Peña de Francia os deseamos una feliz Navidad y una gran esperanza de paz y de bondad para el próximo año 2005.