El sábado 28 de Mayo con la discreción de una mujer
de nuestros pueblos, la imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia
entraba en Salamanca, acompañada de un grupo de gentes sencillas -digamos
que sus familiares más cercanos-, que mientras cantaban al son de aires
austeros y entrañables de las tierras charras, se dirigía al Convento de San
Esteban, en donde durante nueve días escucharía las sencillas y sentidas
plegarias de tantos fieles devotos que tiene la Virgen Morenita de la
Sierra.
Nueve días que
culminaron en la visita que la imagen de Nuestra Señora hizo a la Plaza
Mayor de Salamanca, donde cincuenta y tres años antes había recibido el
homenaje de todo un pueblo salmantino en una jornada inolvidable, que ha
quedado impresa para siempre como uno de los acontecimientos más importantes
en la historia de los doscientos cincuenta años de la bella plaza
salmantina.
La tarde del cinco de Julio con un sol de pleno
verano a las cinco de la tarde, salía la imagen de Nuestra Señora de la
iglesia de San Esteban camino de la Plaza Mayor en un bello Trono,
que gentes de muy buena voluntad habían preparado la noche anterior hasta
altas horas de la madrugada. Un grupo de animosos jóvenes de la Hermandad
Dominicana, portaban las andas de Nuestra Señora, haciéndola caminar con
gracia y galanura por las calles de más historia y tradición de la ciudad
charra.
Ya en la Plaza Mayor, en un acto sencillo y
cordial se ofreció a Nuestra Señora, lo mejor de nuestras tierras: la
belleza de unas flores, la filigrana exquisita de unos bailes del campo
charro, la delicadeza de nuestra alma poética, el entusiasmo de nuestros
cantos..., y sobretodo la gratitud de unos hijos que aún conservan su
confianza en ella, la Madre de Dios, María de Nazaret, una mujer de nuestra
estirpe, de nuestra tierra...
¡Espiga Verdi-Morena, -como te cantó el
juglar de la Peña de Francia, José Mª Gervós-, en estos tiempos en que
muchas plazas de nuestros pueblos se ha agostado la fe, y nos asalta el
temor de un futuro oscuro e incierto, sabemos que sólo bajo tu ternura y la
acogida de una Madre como tú, podrá de nuevo florecer otra primavera, en que
las futuras generaciones miren los horizontes inmensamente bellos de
nuestros cielos castellanos para elevar su espíritu por encima de un
materialismo empobrecedor y egoísta! |