Gran parte de los medios de comunicación en el afán de
conseguir el mayor número de lectores, oyentes o telespectadores, nos
presentan con bastante frecuencia la faceta más dura, más violenta, más
ingrata... de la existencia humana, de tal manera que a veces tenemos la
sensación de vivir en un mundo donde sólo hay personas malvadas que quieren
la guerra, el odio, el robo, la injusticia, el sufrimiento y los malos
tratos, incluso de los seres más cercanos y familiares...
Aunque no somos tan ingenuos para cerrar los ojos a
esta parte oscura y peligrosa de nuestra humanidad, sí queremos reivindicar
un mayor protagonismo de una gran mayoría de mujeres y hombres que son
buena gente. Ciertamente, el heroísmo anónimo de la vida diaria
de estas personas, raramente interesa a televisiones, radios o periódicos.
Se suele decir, que esta mayoría silenciosa y desapercibida, no vende, no es
noticia, no es negocio para las grandes empresas de la información.
Desde este modesto mensaje enviado a los devotos y
simpatizantes de la Virgen de la Peña quisiéramos manifestar nuestra gran
admiración y respeto por todas esas buenas gentes, cuyas vidas tan
sólo están pobladas de cosas sencillas: honrados trabajadores,
matrimonios que cuidan con esmero su fidelidad, abnegados padres de familia
de vida austera para que sus hijos tengan un porvenir mejor, familia que
celebran santos, cumpleaños y fiestas, fomentando el gozo de una vida sana;
hogares donde todos a una se compenetran y apoyan cuando el dolor, el
fracaso o la muerte llama a sus puertas; gentes solidarias que acuden a
echar una mano a cualquier persona necesitada que encuentran en el camino de
la vida...
Gracias a estas buenas mujeres y buenos hombres,
nuestra existencia respira aires más limpios y luminosos. En manos de estas
buenas gentes está la esperanza de un mundo más justo, más solidario, más
pacífico, más hogareño... Ellos son el rostro y la bondad de un Dios-Padre
que quiere la salvación de nuestra humanidad. |
Desde
el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, deseamos a todas las
buenas gentes en estas fiestas familiares y para el próximo año, la paz que
sólo el buen Dios puede dar a los corazones sencillos, como la que inundó a
los que estuvieron presentes en aquel pobre y desconocido portal de Belén
donde nació el Niño-Dios: José el carpintero, María la humilde esclava del
Señor y madre del Niño, los pastores que dormían al raso mientras vigilaban
el rebaño de sus ovejas... |