"LA HOJITA" diciembre - 2.006

En el N. 43 que corresponde al mes de Diciembre de 2006 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

"NO TEMAS, MARÍA..."

Al Buen Dios, que le gusta hacer sus obras en silencio, amaneceres y puesta de sol con serena tranquilidad y sosiego..., le complace relacionarse con los seres humanos discretamente, escogiendo para sus proyectos mujeres y hombres, insignificantes, sin apariencia humana alguna... Ya lo decía el apóstol Pablo de los primeros cristianos: "Fijaos en vuestra asamblea: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a lo fuerte. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta..." (1 Cor 1,26-28)

 

María la elegida para ser Madre del mismo Dios, pertenecía a ese grupo de gente anónima e insignificante. Vivía en una pequeña aldea de Palestina de no muy buena fama, Nazaret, de tal manera que cuando a Natanael su amigo Felipe le invitó a ser discípulo de Jesús él contestó con cierto escepticismo: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?".

 

No es de extrañar que esta circunstancia también influyera en el ánimo de la joven María, que se vio sorprendida y hasta conturbada en verse habitada en sus entrañas y en su espíritu por la presencia del mismo Dios. No tardó mucho, sin embargo, en alejar para siempre los temores de su insignificancia y del poco prestigio del lugar donde vivía: "No temas María...", escuchó en lo más profundo de su espíritu..., y la Fortaleza del Amor se asentó para siempre en su existencia. Fue cantando por la vida que el Señor había puesto los ojos en los humildes, en los hambrientos, dejando de lado a los soberbios, a los potentados, a los ricos...

 

Hoy día que parece que la Iglesia está perdiendo prestigio, poder, autoridad... dentro de nuestra secularizada sociedad española, quizás no debiéramos lamentarnos tanto, ni buscar posibles enemigos causantes de esta situación... Mejor sería que nos mirásemos más a nosotros mismos, para preguntarnos si tenemos espíritu de María de Nazaret, y como ella somos insignificantes, humildes, pobres..., y si hemos sido penetrados por el soplo de la fortaleza del espíritu de Dios. En las palabras de despedida de Jesús a sus discípulos, hay como un eco de las que oyó María de Nazaret cuando asumió la maternidad de Jesús, el Hijo de Dios: "En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo que yo he vencido mal mundo!" (Juan 16,33)

 

 

Desde la cumbre austera, fuerte y bella de la Peña de Francia, donde se asienta el Hogar Grande de Nuestra Señora que acoge a los humildes y sencillos, nos unimos a todas las buenas gentes que se alegran en el aniversario del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestra fortaleza, nuestra esperanza... Ella, María de Nazaret, su madre y nuestra madre, el aliento y el ánimo para no desfallecer en nuestra peregrinación por la tierra. ¡Feliz Navidad!