En los
comienzos del año nuevo, hemos tenido también en las alturas de la Peña de
Francia un tiempo sorprendentemente primaveral, con temperaturas muy
agradables durante el día, y sin apenas heladas por la noche. Nos preocupa
como a casi todo el mundo estos cambios climáticos tan fuertes, por el
consabido efecto invernadero...
Este "buen
tiempo" que hasta el momento nos ha aliviado de la crudeza de un invierno,
de borrascas de nieve, nieblas persistentes, vientos helados... -todo ello
tan necesario para nuestros campos, acuíferos y personas-, nos ha brindado
unos amaneceres especialmente gratificantes para el espíritu humano. Desde
la austera, solitaria y silenciosa atalaya de la Peña de Francia, hemos
tenido el gran privilegio de contemplar y gozar de unas salidas de sol
impresionantemente bellas.
Sobre las
ocho de la mañana las cumbres montañosas de la Sierra de Gredos y la Sierra
de Béjar, empezaban a iluminarse con un color anaranjado en los primeros
momentos. Poco a poco el horizonte más alto se coronaba con una aureola de
color de sangre que pregonaba el nacimiento de un nuevo día...
Sí; la luz
del sol de cada nuevo amanecer, que siembra de vida nuestra frágil tierra es
como un parto silencioso, solemne, lleno de misterio, y supongo que también
de dolor..., porque me imagino que no sin "sufrimiento" cada día que pasa,
las abismales entrañas de nuestro astro-materno entregan con gran
generosidad algo de su ser, parte de su vida... Quizás por eso cuando de las
entrañas generosas de una madre brota la vida de un nuevo hijo, se diga en
lenguaje popular: "que dio a luz...".
Después de
estos bellísimos instantes previos al amanecer, al fin llega en todo su
esplendor la imponente esfera radiante de luz que no puedes mirar de frente,
porque los ojos humanos son demasiados frágiles para recibir la fuerza de la
nueva luz del día de este año recién inaugurado. El astro-rey, fiel, humilde
y silencioso servidor, ha llegado puntual a la cita diaria. El sol está
donde debe estar, y empieza a hacer su recorrido con lentitud, sencillez y
elegancia admirables...
Mientras
tanto van desapareciendo poco a poco las pequeñas lucecitas que han aliviado
la oscuridad nocturna de los pueblos de la Serranía de Francia y de Béjar.
¡Pero, que diferencia Dios mío! Mientras la luz creada por el admirable
ingenio humano, en la distancia se percibe, parpadeante, insegura,
limitada..., la luz solar del nuevo día, es fuerte, segura de si
misma, penetra y alcanza todo lo creado... Con razón en su canto de
gratitud al buen Dios, Francisco de Asís decía: "Loado seas por toda
criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y
abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de
su autor".
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