"LA HOJITA" septiembre - 2.008TA"  Marzo - 2.007

En el N. 50 que corresponde al mes de Septiembre de 2008 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

   “MARÍA Esperanza, Josefa, Teresa, Ángeles…”

En el evangelio apenas hay relatadas siete breves frases que pronunció María de Nazaret. Poco más o nada menos, son las intervenciones públicas de la madre de Jesús, el Hijo de Dios, recogidas por los evangelistas. Esto nos da a entender, que la presencia de María en la vida de su hijo Jesús, aunque intensa, fue discreta, servicial, austera…, como no podía ser otra manera en una mujer perteneciente a l pueblo más sencillo y llano. Pero a pesar de esta escasez de datos, y de que la vida de María transcurrió ya hace más de dos mil años, hemos encontrado en las mujeres más sencillas de nuestros pueblos una fuente de inspiración, para tener una idea aproximada de lo que pudo ser el quehacer diario de la vida de María de Nazaret.

 

Pensamos, humanamente hablando, que la manera de ser y actuar de las mujeres de nuestros pequeños pueblos, no debió ser muy distinta al estilo de vida de aquella humilde mujer de una aldea palestina, que el buen Dios escogió como madre suya. Nos vienen a la cabeza innumerables nombres de mujeres, que han sido el alma, la vida y la fuerza de muchos hogares sencillos, y que también han pasado desconocidas para la sociedad de su tiempo, e incluso en ocasiones dentro del mismo entorno familiar.

 

No le falta razón a la sociedad de hoy para tratar de reparar las múltiples injusticias y olvidos, que se han cometido con la mayoría de ellas… Pero con el mismo interés que se quieren enmendar esos olvidos y marginaciones, se deberían asumir y tener presentes una serie de incuestionables valores, que nos han transmitido estas grandes mujeres con su actitud ante la vida, y que desafortunadamente están siendo relegados y poco a poco cayendo en desuso.

 

Podríamos intentar hacer un breve resumen de los principales valores de sus vidas: Disponibilidad total. Siempre han estado en la primera línea de los acontecimientos de la vida familiar y de los pueblos. Lo mismo preparaban las fiestas que los duelos; eran las primeras en animar los bailes y alegrías familiares y populares, y también las primeras en atender a los enfermos y ancianos.

 

Gran austeridad. Han sido las grandes administradoras de la casa familiar en donde todo se aprovechaba. El pan y los alimentos eran benditos y nunca se desperdiciaban. Una vez al año con motivo de las fiestas iban a la ciudad para renovar el ajuar de la familia. Sin caer en tacañería alguna, y por supuesto siendo generosas, en los hogares únicamente se gastaba lo necesario, ya que siempre había que hacer frente a algún acontecimiento en la familia, previsto o inesperado, como las vidas, las enfermedades, malas cosechas, estudios de los hijos….

 

Fortaleza de espíritu. Asumían todos los problemas de la familia sin perder la cara a la vida. Inteligentes consejeras de sus maridos, paños de lágrimas de los problemas de los hijos, y legítima y discretamente orgullosas de sus éxitos. Cuando llamaba el dolor o la muerte a la puerta de sus casas, siempre las encontraba De Pie, como la Madre Dolorosa del Monte Calvario.

 

Podríamos decir que estas santas mujeres: MARÍA, Esperanza, Josefa, Teresa, Ángeles…, que olvidándose de si mismas han vivido siempre para los demás. Quizás ahí ha estado el secreto de su felicidad y de la paz con que ha transcurrido su existencia. Ellas, como María de Nazaret, la madre de Jesús y Madre nuestra, han sido las mejores mensajeras de la Presencia de Dios entre nosotros.