Era costumbre,
todavía no hace muchos años, que una buena parte de las personas que
acudían al Santuario a visitar a la Virgen de la Peña, imploraran su
protección rezando el santo rosario; especialmente era muy hermoso ver a
una familia entera compartiendo la sencilla y bella plegaria mariana.
El Santuario era
un lugar que acogía los rezos de un buen número de peregrinos, que de
los pueblos cercanos a la Peña acudían caminando –a veces descalzos- por
los estrechos atajos y senderos, ayudados y fortalecidos con el rezo del
santo rosario.
De hace un
tiempo para acá, al rosario le ha salido un fuerte competidor: el
teléfono móvil. El dichoso móvil se ha aposentado en nuestras
manos desalojando de ellas al bendito rosario. Lamentablemente,
los móviles que tan valiosas ventajas nos ofrecen para comunicarnos, con
frecuencia perjudican nuestras relaciones con los demás; más de una vez
nos hemos encontrado con la escena de “una tertulia de amigos”, en que
cada uno dialoga con su móvil, ignorando el ser humano que tiene a su
lado.
Si en ocasiones
juzgamos incorrecta la utilización del móvil, mientras conversamos con
otras personas, con mucha mayor razón podemos decirlo cuando acudimos a
los templos a orar, o aunque solo sea una visita rutinaria. Las iglesias
son lugares de silencio, de oración, de súplica o de escucha al Buen
Dios, a Nuestra Señora..., y de escuchar a nuestra interioridad más
profunda.
Durante muchos
siglos el Santuario fue un lugar de súplicas y oraciones de muchas
personas que a través de su profunda fe salieron fortalecidos y llenos
de paz para seguir peregrinando por la vida. Y aunque actualmente esa
buena práctica se mantiene por algunos grupos, que han heredado la
devoción a Nuestra Señora de la Peña de Francia como el mejor de los
patrimonios familiares, lamentablemente una gran parte de las personas
que visita el hogar de Nuestra Señora, ya no sabe rezar, no sabe
comunicarse con Dios.
Se suele decir,
cada cosa tiene su lugar y su tiempo: hay un tiempo para las cosas de
Dios, que debemos cuidar con esmero, otro tiempo para la familia, para
la familia, otro tiempo para los amigos, etc.. Si nos relacionamos bien
con el Buen Dios y con Nuestra Señora, con toda seguridad nuestras
relaciones con los demás siempre serán mejores, y nuestros móviles
mandarán mensajes de bondad y de esperanza.
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