"LA HOJITA"  junio - 2.017

En el N. 85 que corresponde al mes de Junio de 2017 se incluye, en portada, el siguiente artículo:

DERECHOS Y DEBERES

 

De un pequeño e interesante libro, -La confianza en Dios. Jacques Philippe.-, hemos tomado esta atinada reflexión, que nos parece muy adecuada para una buena parte de nuestra sociedad: “Actualmente existe una cierta mentalidad que empuja a las personas a adoptar la postura de víctima: Soy un desdichado, no tengo esto, no tengo aquello, he padecido y es por culpa de los demás... En los EE.UU. el número de abogados ha aumentado estrepitosamente en veinte años. Denunciamos por cualquier cosa. A veces con legitimidad, pero otras con aberración.

        

En Francia desde hace algunos años numerosas personas han tenido hijos con minusvalía; en una mala aceptación de esta situación han presentado una denuncia contra el médico que emitió el diagnóstico prenatal y que no remarcó tal minusvalía. Han presentado acciones legales contra el doctor, alegando que el nacimiento de su hijo con minusvalía era un perjuicio para la familia siendo él el responsable... “

        

Ante esta falta de fortaleza de espíritu, Jacques Philippe concluye: Cuando uno está siempre quejándose, reivindicándose, la existencia se hace insufrible. No es culpa de Dios misericordioso, no es culpa de la vida, es nuestra actitud interior que es destructora”.

 

El aireado estado de bienestar en que vivimos, como toda realidad humana, tiene sus limitaciones y contrapartidas: reclamar siempre los derechos, pero olvidarse casi siempre de los deberes está siendo algo connatural para la mayor parte de nosotros. De esta manera no sólo se va empobreciendo la sociedad –según dicen España está empeñada hasta las cejas-, sino que una gran parte de nuestra sociedad se está deprimiendo mentalmente: no sabe que el esfuerzo, la lucha por la vida nos hace más personas, más contentos con nosotros mismos.

 

 Derechos y deberes deben estar equilibrados en la balanza de nuestra vida. Gracias a la valentía y fortaleza de muchos de nuestros antepasados hoy gozamos tranquilamente de unos derechos elementales para disfrutar de una vida digna. La mayor parte de estas personas que reclamaban sus legítimos derechos les avalaba el fiel cumplimiento de sus obligaciones.

 

También debiéramos reflexionar y tomar conciencia de los atropellos que se están cometiendo de los derechos más elementales en algunos lugares de nuestro mundo. No podemos cerrar los ojos, como si no fuera la cosa con nosotros, porque en este mundo global en la medida que podamos todos debemos  responsabilizarnos de los problemas de los demás, como dice aquel adagio: “hoy por ti mañana por mi”.