CUADERNO DEL CAMINANTE

¿Dónde estamos?

Reseña Histórica

Plano del Santuario

Con Acento

Fotografías 

Poemas, Cantos ... 

Celebraciones

Cuaderno del caminante

 

 

LA PROFETISA DE SEQUEROS

 

Hay palabras que, sin saber por qué, enmudecen absorbidas por el tiempo, quedando relegadas en el desván del desuso. Son términos que tuvieron vigencia en otra época, pero por un mecanismo extraño han ido borrándose en el lenguaje común. Eran palabras precisas, ajustadas a un significado concreto; ahora se las ha ido sustituyendo por términos genéricos que abarcan realidades mucho más amplias. Quizá es una manifestación más de lo que se viene definiendo como nuestra sociedad líquida.

 

Antes, por ejemplo, se hablaba de “moza, mozo” al referirnos a una/un joven soltera/o. Hoy se usa el término “joven” sin mayor precisión, más genérico y más diluido. No sabemos bien la amplitud de su significado.

 

De una ”moza” hay que hablar hoy porque ella tiene un breve protagonismo en la historia de la Peña de Francia. De ella se encuentran relatos que nos retrotraen al año 1544. Su figura se puede contemplar en dos escenas distintas, en el presbiterio del santuario. En el altar “mayor”, debajo de la imagen de la Virgen, en el lado derecho, está Simón Vela y, en el lado opuesto la “moza santa de Sequeros”.

 

En formato más ampliado podemos observarla en el primer relieve, mano izquierda, del presbiterio. Allí, donde otros del mismo estilo, narran los puntos sobresalientes de la historia del lugar.

 

En ambas representaciones se ve a la “moza santa” de Sequeros, Juana, sentada en el lecho, con los brazos en alto, apuntando hacia la montaña, como invitando a los que la rodean a que dirijan su mirada hacia las alturas, hacia La Peña. El relieve grande completa todo ello con unos imaginarios edificios que representan el convento y el santuario de la Peña de Francia, como si fueran una nube que desciende del cielo, dando cumplimiento a su profecía.

 

La moza yace postrada, rodeada de sus familiares, expectantes pues, según la leyenda, vivía los momentos últimos de su vida. Esa nebulosa en la que se encontraba, se fue evaporando y, habiendo recuperado el sentido, anunció el mensaje “que el cielo le había encomendado”. Sobre sus parientes se cernía un futuro inesperado y sombrío. Anunciaba un justo castigo por una herencia mal adquirida por uno de sus abuelos y de la que sus parientes estaban disfrutando. Todos a su alrededor quedaron consternados. La fiabilidad de lo que escuchaban venía acreditada por esa repentina recuperación, donde parecía haber vivido realidades de las que los demás no habían participado. Los interrogantes se expresaban en las caras desconcertadas de los que la rodeaban y, temerosos, se miraban unos a otros sorprendidos por el descubrimiento de lo que hasta entonces había permanecido en secreto.

 

En esa escena de temor y desesperanza sus palabras fueron transmitiendo calma y sosiego. Con la serenidad propia de quien cree vivir momentos de despedida y transmitir mensajes que no pueden quedar ocultos, les decía: “Volved vuestros rostros hacia la Peña de Francia y puestas las rodillas en tierra, con mucha fe y devoción, y decid tres veces el Ave María, a honor y reverencia de una imagen que allí está escondida habrá doscientos años. Ca sabed que luego sentiréis descanso en vuestro corazón. La cual imagen de aquí a poco tiempo ha de ser manifestada, por la cual nuestro Señor hará muchos milagros y maravillas. Y después que esta imagen fuese revelada vernán muchas gentes y naciones a la buscar allí”. Es lo que consta en la Historia y milagros de nuestra Señora de la Peña de Francia, escrita en 1567.

 

La historia sigue y en ella se nos cuentan varias predicciones, en forma de señales que en figura de Cruz aparecerán, a la puesta del sol, en el día de la Cruz.

 

Una de las señales caerá sobre las casas del Obispo de Salamanca, cerca de San Martín del Castañar donde se debía edificar un convento de franciscanos. La segunda caerá sobre la Peña de Francia donde la gloriosa imagen ha de ser “mostrada a un hombre de buena vida”. Y allí se ha de edificar otro monasterio de la Orden de los Predicadores. Parece que otra de las señales caería sobre el monasterio de las Batuecas.

 

La moza falleció y fue enterrada en su pueblo, Sequeros, junto a uno de los altares que dividen la capilla del cuerpo de la iglesia.

 

Poco más se sabe de ella. El tiempo ha ido dejando en la comarca el eco de una historia que los hechos le fueron dando la razón. Por eso, la recordamos y la incluimos entre los personajes que en la historia de la Peña de Francia tuvieron relieve especial. Ella, casi en la sombra, ocupa discretamente un lugar de “profetisa”, al anunciar lo que, posteriormente, se fue descubriendo como verdad al cumplirse lo que ella había anunciado.

 

 

Salustiano MATEOS, dominico