CUADERNO DEL CAMINANTE

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Cuaderno del caminante

 

 

CUENTA LA HISTORIA…

 

 

 

…Que Simón Vela -otro día contaré de él- encontró en La Peña, en aquella subida suya, más por intuición devota que por ganas de ascender, ¡había caminado tanto hasta llegar allí!, una imagen, entre otras, cerca de la estatuilla de la Virgen, la de San Andrés, en una zona que hoy es una pequeña capilla con su nombre. Estatuilla copia el siglo XIII, porque la original está a buen recaudo en Salamanca. Nadie se apercibe de la diferencia. Quizá está en el trasfondo aquello de “nacemos originales y morimos copias”.

       

Andrés, el primer apóstol, que habiéndolo sido antes de Juan Bautista, se cambió de bando, al de Jesús; quizá por indicación de Juan. Fue el más original al ser el primero que tuvo la intuición de que Jesús abría una perspectiva nueva y no murió siendo copia, se mantuvo original sin dejar de ser hombre rudo, pescador atento, discreto, sin gran protagonismo en los evangelios, pero siempre estaba ahí, dispuesto a todo, y que murió crucificado en Grecia; en eso sí copió a Jesús. Las iglesias orientales le tienen mucha devoción, predicó por muchos lugares sin descanso, hasta que lo mataron.

 

Según se entra en el Santuario, en la primera capilla lateral, está muy serio S. Andrés; debajo de él se encuentran las estampas y calendarios. El montoncito de S. Andrés casi nunca hay que reponerlo. Solo los de la parroquia de S. Andrés de Ciudad Rodrigo se llevan alguna. Para el resto de los visitantes es un desconocido. Tiene cara de tristeza, la mano derecha en alto como diciendo: Mirad, estoy aquí, fui el primero de los que siguieron a Jesús… Nada, la gente ni caso. A Santiago, que está en la otra capilla, muchos le ponen velas o meten unas monedas para que se encienda uno de los lampadarios eléctricos, horribles. Para S. Andrés, nada. Pobrecillo.

 

Cada día lo miro con cara de buenos amigos. Todos los días le saludo y le rez la oración de su estampita, muy sencilla, como era él. Había que hacerle compañía y además agradecerle que su alcancía es la más sonora cada semana, porque las gentes echan en ella sus dádivas al llevarse el calendario y otras estampas de la Virgen. Andrés los mira a todos, los bendice y calla.

 

Andrés fue el que hizo de guía y presentador de Jesús a su hermano Pedro. Los dos eran pescadores, pero a su tiempo lo dejaron y siguieron a Jesús, o más bien lo dejaron a medias, porque de algo tenían que vivir; pero en sus ratos libres, que eran muchos, seguían al Maestro, quien sabía entretenerlos con parábolas y explicaciones nuevas que daban al traste con lo que habían escuchado –iban poco- a los rabinos en las sinagogas. No eran ellos muy de ir a la sinagoga ¡hombres al fin y al cabo! Como los de ahora: son de poco ir la iglesia; al Santuario sí que entran muchos hombres, quizá después de haber pasado por la Hospedería y haber tomado algo…

 

San Andrés los mira, calla y espera ¡qué remedio! Los saluda con su gesto afable, con sus dos dedos alzados tímidamente para no perturbar la adquisición rauda de los calendarios y estampas de la Virgen de la Peña en diferentes tomas. Su montoncito no disminuye, espera pacientemente… Tiene la esperanza de que alguno de Ciudad Rodrigo se fije en él y lleve su foto fija medieval en el bolsillo.

 

Pero como cada 30 de noviembre se celebra su recuerdo y fiesta, no quería contribuir al olvido del bueno de San Andrés, sino al recuerdo grato de quien fue el primero en seguir a Jesús y hacer de mediador (que tanto se lleva ahora) con su hermano Pedro y con alguno de los otros apóstoles.

 

Buen tipo Andrés. Merece ser santo y estar en La Peña… mejor sitio, imposible. Si usted pasa por allí, no deje de hacerle un guiño cariñoso. Él se sentirá feliz de que lo reconozcan. No pide más…

 

 

 

 

 José Antonio SOLÓRZANO O.P.