POEMAS de Fray José Mª GUERVÓS HOYOS |
||||
GOLONDRINA Desde un alto risco |
||||
Sin saber que existía -creyéndome de piedra- volabas a mi lado: |
||||
Eras, sobre la brisa, ¡una flor...!, ¿y un mensaje! |
PEREGRINO |
|||
Y yo seguía inmóvil, con un miedo infinito de romper tu armonía... |
Llegabas descalzo... venías de lejos... siempre a flor de labios la fe y la canción. Llenabas la senda de sangre; tenías la clara alegría del vendimiador... |
|||
Y Dios me hizo sentir, en el fondo del alma, un latido inefable todo luz y caricia; cuajado y rebosante de la paz de tu vuelo. |
Cada paso tuyo sonaba en el cielo, con blanco repique de renunciación; pero tú cantabas coplas a María con la galanía del fiel rondador. |
|||
De esa paz ¡de esa paz! que creía perdida... |
Como duros hierros herían las rocas; pero eso es tan poco para tanto amor: "tú viste a tu Hijo morir sobre el viento, ¡cómo voy a hablarte -Madre- de dolor!". |
|||
Sin saber que existía -creyéndome de piedra- volabas a mi lado... |
María sentía tus pasos dolientes como una caricia en su corazón... |
|||
12 de agosto de 1953 |
Llenabas la senda de rosas... tenías la clara alegría del vendimiador... |
|||
27 de agosto de 1953 |
EL MANANTIAL |
"Tarde os amé, hermosura tan antigua y tan nueva, ¡tardé os amé! San Agustín - Confesiones Lib. X, cap XXVIII |
|
Dame -Señor- la dicha de encontrarte en cada cosa leve del camino... en las flores, nacidas para amarte; en la huella rasgada del espino. |
||
Mi corazón - Señor- ahora camina por un sendero nuevo y escondido; me gozo en la belleza de la encina y en su sombra de paz, pongo mi nido. |
¡Qué claro todo cuando estás conmigo! ¡Cómo siento -Señor- que estoy llegando! He descubierto la palabra "amigo" y me he sentido, ¡como nunca!, amado. |
|
Prefiero la espesura y los abrojos, a la ancha senda fácil y ligera; ahora te tengo -Amado- ante mis ojos: ¡tu luz me liberó de mi ceguera! |
"hicimos amistad entre brezos" y me embriagué de tu naturaleza... Y quedé sin palabras... y mis rezos fueron su sol, su luna y su belleza. |
|
Sé que puedo encontrarte en cada cosa si, con amor, la tomo entre mis manos; en el ave, en la espiga y en la rosa... En cada huella en flor de "mis hermanos". |
Y mis ojos quedaban fascinados; -y los cerraba para hacerlo mío- ¡todo hablaba de Ti!; montes, collados, el ave en vuelo y el cristal del río... |
|
Sé que estás esperando noche y día -cuando me ves entre el dolor perdido- con el consuelo para mi agonía y el perdón de tus labios florecido... |
Comprendí tu poder cuando mandaste: hágase el mar, la tierra, el aire, el cielo... Y mi noche sin luz, "porque me amaste", me cegó el sol y se abrasó mi hielo. |
|
¡Qué tarde supe de tu amor! Estaba entre tinieblas -¡Dios mío!- y entre hielo. Yo sentía una sed que me mataba, sin tregua, sin alivio y sin consuelo. |
Y ya siento la lluvia por mi cara y un milagro de flor en mi erial: y en mis labios sedientos, agua clara recién brotada de tu manantial. |
|
No me abandones ya... Déjame amarte y sentirme al final de mi destino... ¡Dame - Señor- la dicha de encontrarte, en cada cosa leve del camino! |
||