La corrupción política

Cuando en África una persona llega al poder y tiene acceso a un dinero que hasta entonces jamás había visto, es muy frecuente que robe. No roba sólo para sí, roba para los suyos -su clan, su familia-, que ejercen sobre él una imperiosa influencia, y le exigen que reparta aquello a lo que tiene acceso. Explica Gerardo González Calvo, redactor jefe de la revista Mundo Negro , que, además, los dirigentes africanos «tienen muchas ataduras desde el punto de vista interno. Llegan al poder porque han contado con apoyos, y esas lealtades tienen un precio». Para este periodista, ese juego de lealtades viene de atrás, de la época colonial. Entonces, las metrópolis colocaron en el poder a los líderes locales que seguirían sus designios. Y, a cambio de todo tipo de prebendas.
A pesar de los innumerables casos de corrupción, la democracia, que no es la panacea en un continente donde los golpes de Estado se suceden día tras día, gana terreno. La Unión Africana , organismo internacional de enorme influencia en la región, no admite en su seno a ningún Estado con un Gobierno que no haya sido elegido a través de las urnas. Esta limitación está evitando situaciones graves de violencia en la toma del poder.

El injusto comercio internacional

Un experto africano en economía pedía recientemente a los españoles que enviaran menos ayuda al Desarrollo, pero que tuvieran al continente más en cuenta como mercado de inversión. De hecho, en los lugares más remotos del continente negro, puede que un niño muera de una diarrea porque no tiene acceso a la medicina que necesita, pero, probablemente, su familia dispondrá de teléfono móvil. El problema de África y de la globalización es que el comercio mundial está lejos de ser real, de ser justo. Mientras Occidente siga viendo a África como un surtidor de materias primas, será difícil vislumbrar una salida a la pobreza.
Gerardo González añade a estos problemas el del monocultivo. En la época de las colonias, cada metrópoli decidió para qué iba a utilizar sus territorios. Regiones enteras se convirtieron en zonas de un único cultivo -cacao, café, maíz, arroz...-, según conviniera más a las potencias. Hoy, esos terrenos tan absolutamente especializados no dan de comer a una población que no puede sobrevivir con un único producto que, además, suele estar devaluado en el mercado internacional. El redactor jefe de Mundo Negro propone una doble solución: lograr un comercio justo y permitir que África no sólo aporte materias primas, sino que elabore también sus propios productos. Pero todo esto no servirá de nada mientras unos cuantos -normalmente los políticos- acaparen los beneficios del comercio. Además, según este experto, la falta de beneficios para el trabajador provoca que éste se esfuerce menos, y la economía se adentra así en un peligroso círculo vicioso.

La guerra de las materias primas

En Congo hay oro, diamantes, coltán... Todos lo saben: los países vecinos, las tribus enfrentadas, el Gobierno... Todos lo quieren. Y son capaces de utilizar la guerra como excusa para hacerse con él. Pero el conflicto de los Grandes Lagos no es el único que tiene su explicación en el control de las riquezas del continente. Como explica Gerardo González, hay otros muchos, como el de Sierra Leona o el de Angola, que tienen los diamantes tras de sí. El verdadero problema de estos conflictos, según denuncia este experto en África, es el silencio de la prensa internacional, que se fija en las guerras que venden -como la de Iraq- y olvida las que no interesan -como la del Congo o la de Sudán-. Pero quizá, apunta, ese silencio tenga también mucho que ver con los intereses de las empresas occidentales en conseguir esos recursos.

Los huérfanos del sida

La gran epidemia del siglo pasado y de este siglo no se expandió por África como la pólvora por culpa del hombre blanco, pero el hombre blanco sí tuvo oportunidad de actuar para frenarla con los medicamentos que las empresas farmacéuticas mantenían bajo patente. Sin embargo, en el tema del sida, los Gobiernos africanos tienen también mucho de lo que arrepentirse. Recuerda Gerardo González que varios líderes prefirieron cerrar los ojos ante una realidad que les resultaba demasiado molesta y que tiraba por tierra sus esfuerzos por dar una imagen de sus países atractiva para los turistas occidentales. En Zimbabwe, en los años 90, estaba literalmente prohibido hablar del sida. Los únicos que se han ocupado de los enfermos son los misioneros, que han estado a su lado, se han tomado muy en serio el problema y luchan para hacerlo desaparecer. En algunos países, el volumen de huérfanos que ha dejado esta enfermedad es tan elevado que ni las propias familias pueden hacerse cargo de ellos. La familia, que fue un baluarte de la cultura africana, también está cambiando.

El doctor emigrante

Cada año, cerca de 70 mil africanos con titulaciones superiores, sobre todo personal sanitario, abandonan África. Mientras, por falta de recursos humanos y materiales, mueren cada día más de 20.000 personas, a causa de enfermedades evitables. Este fenómeno de inmigración selectiva es considerado un nuevo modo de neocolonialismo, y supone al continente, según la Organización Internacional para las Migraciones, un coste de 4.000 millones de dólares al año, en pagos a unos 100.000 profesionales extranjeros que llegan a cubrir los huecos. Además, la Organización Mundial de la Salud advierte de que gran parte de estos países no alcanzan la cuota mínima de un médico por cada 5.000 habitantes.
George H.M., cirujano de Nigeria, realiza un postgrado en Salud Internacional en Edimburgo (Reino Unido). En su país, explica, «los doctores reciben salarios muy bajos. Por ejemplo, en el Reino Unido, un doctor gana al cambio entre 9 y 22 millones de Naira (52.000-128.000 euros), mientras que los doctores en Nigeria suelen ganar entre 65 y 100 mil Naira (380-580 euros) al año». El problema no es sólo el dinero, sino también la escasez de recursos. «Como profesionales -dice-, buscamos el conocimiento y las mejores condiciones de servicio».
¿Pero quién es responsable de todo esto? Nigeria es el sexto mayor exportador de petróleo del mundo y posee oro, piedras preciosas, uranio, fosfatos, carbón... La pobreza es «causa del mal liderazgo y de la indisciplina de la gente, que no se corresponde con nuestro bajo nivel de analfabetismo. El caso -continúa- es que nuestros líderes disponen de un dinero muy necesitado para Desarrollo y lo depositan en cuentas extranjeras, enriqueciendo a Occidente y fomentando el retraso en nuestro país. Occidente sabe esto, pero guarda silencio».
El doctor George H.M., como «la mayoría de doctores nigerianos», ha dejado familiares en su país, y envía periódicamente dinero. «Construimos casas, ayudamos a nuestra gente a acceder a una buena educación, a poner en marcha negocios familiares...» Los mejores hospitales de Nigeria -explica- «han sido construidos por doctores que estuvieron en el extranjero». Hay una máxima que la mayoría de emigrantes sigue: «El hogar nunca se olvida».

Después de la guerra

Hablemos por ejemplo de Liberia, país que tras quince años de guerra civil, se encuentra, desde hace tres, en lo que puede describirse como una paz forzada , con el mayor contingente del mundo de fuerzas de las Naciones Unidas (18.000 cascos azules y 12.000 funcionarios). La población sigue fuertemente armada y con el peligro de que estalle un nuevo conflicto. La situación es desoladora . Falta lo más elemental. Pero la pobreza «contrasta con la riqueza de un país como éste: agua, tierra fértil, diamantes, caucho...» Como en otros casos, «la riqueza ha supuesto la perdición del país». Lo prioritario es ahora afrontar el problema de la corrupción y poner el acento en la educación, después de toda una generación perdida por la guerra.
Las heridas del alma tardarán en cerrarse. Una guerra «tan dantesca como la de Liberia requiere tiempo; son increíbles las historias que cuentan», sobre todo los niños, muchos de los cuales estuvieron en el frente. Pero también se escucha un clamor de esperanza ante la vuelta a la normalidad. El país, poco a poco, cree en la posibilidad de paz.

Pateras, cayucos,… hacia Europa

Con la llegada del buen tiempo, vuelve el reguero de pateras. Occidente tiene que hacer algo, no sólo por solidaridad, sino porque el continente negro no va a aguantar a ese ritmo -en 2025 tendrá más habitantes que China- y tendrá que emigrar para sobrevivir. Pero, en opinión del redactor jefe de Mundo Negro , la ayuda al Desarrollo, tal como se ha entendido hasta ahora, no es la solución. Ese dinero, que lava conciencias aquí, se diluye entre los vericuetos de la corrupción allí. Hace falta apoyo, concienciación, comercio justo, poner veto a la fuga de cerebros, dar los medios para el Desarrollo real de sus economías...

Moraleja final para España, o quizá una advertencia

Cayucos, pateras, verjas... reflejan en nuestra tierra la realidad que otros viven, que no imaginamos. No, no es un efecto llamada. Si algún día se produce, temblaremos. Son muchos, millones. Sólo vienen cuatro, los que tienen recursos culturales para planteárselo. El efecto es el hambre, la guerra, la miseria...

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