La Cooperación al Desarrollo ha sido otra de las grandes víctimas de los recortes aprobados por el Gobierno actual. El tijeretazo, que suma casi 1.400 millones de euros, sitúa este capítulo “a niveles de 2005”, según él mismo reconoce. Una de las afectadas es la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), cuyo presupuesto se verá reducido a la mínima expresión: cae un 71,2%. Otra de las partidas más golpeadas es el Fondo para la Promoción del Desarrollo (sustituto del antiguo FAD, y que está integrado por líneas de créditos reembolsables y donaciones) y Fondo del Agua, con el que se persigue facilitar el acceso al agua potable en América Latina. Sufre un zarpazo del 72,6%. Estos recortes se producen tras los duros ajustes a los que la ayuda al Desarrollo se ha visto sometida desde el inicio de la crisis hace ya casi tres años. Durante los dos últimos años en el poder, el Gobierno socialista recortó 800 millones, lo que le obligó a posponer hasta 2015 el objetivo de destinar el 0,7% del PIB a la ayuda oficial al Desarrollo, una de las banderas electorales del PSOE. Ahora ese objetivo se pierde entre los recortes. Además el Gobierno planea reducir el número de países a los que destina Cooperación y el número de organismos internacionales que financia, que pasarán previsiblemente de 70 a 35.
            También las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos han reducido el presupuesto de esta partida. Así, se estima que la ayuda oficial al Desarrollo, que se acercó el año pasado al 0,4% del PIB, con los nuevos recortes se prevé que este año retroceda al menos hasta el 0,25%.
            La Coordinadora de ONG’d calificó en un reciente comunicado de “golpe brutal” esta reducción. “Pone en serio peligro lo conseguido durante décadas de trabajo especializado en los países empobrecidos” y daña “profundamente” la imagen de España. Así pues, las ONG más que nunca dependemos de las aportaciones de los socios y donaciones.
            Y todo esto dentro del nuevo contexto que al respecto se está trazando. Hasta hace nada se hablaba de Cooperación de los países desarrollados con los más pobres, o de Norte-Sur si se prefiere, con las clásicas reglas del juego de intereses neocolonialistas. Pero esa situación está cambiando con todas sus importantes consecuencias si miramos fundamentalmente a África. El Sur más rico está empezando a cooperar con ese Sur más pobre y las reglas del juego son otras. China, India, Brasil, Sudáfrica, Venezuela, Rusia o Turquía, tienen algo propio que ofrecer a los países subsaharianos. Hecho que los medios tradicionales de comunicación no suelen informar e incluso ni siquiera conocer. Y es que el mundo de hoy ha dejado de ser bipolar y su futuro pasa ineludiblemente por la nueva realidad de que la Cooperación Sur-Sur se basa en una relación no idílica, pero quizá menos injusta que la que hasta hoy protagonizaba el Norte. Sobre todo parece crucial el papel de China: una cooperación en la que el peso ideológico partidista cede ante el puro interés económico. Pero no hay que ser ingenuos en la aceptación de inmaculadas intenciones de Pekín, hay que tener serias y graves dudas sobre las consecuencias ecológicas de tales intervenciones, pero no obstante su aportación en la creación de infraestructuras tendrá frutos irreversibles.